Calefacción para el corazón.

Sonic the Hedgehog - All Media Types
F/F
G
Calefacción para el corazón.
Summary
Sonic es un gran tonto y casi muere congelado, si no fuera porque Metal estuvo allí para salvarlo justo a tiempo.

Hacía frío, un frío glacial que calaba hasta los huesos. La nieve caía con insistencia, acumulándose a su alrededor mientras él temblaba, congelándose lentamente. Sonic había enfrentado hordas de Badniks momentos antes, pero la adrenalina que lo había mantenido en pie se desvaneció hace tiempo, dejando en su lugar el peso agotador del cansancio. 

 

El frío comenzaba a entumecer sus extremidades, volviéndolas pesadas y torpes. Las heridas repartidas por su cuerpo no ayudaban en absoluto, y la más grave, una en su pierna, le impedía correr como de costumbre. Cada paso era un desafío, y pequeños quejidos escapaban de sus labios entremezclados con maldiciones susurradas por la frustración. A este ritmo, sabía que no tardaría en convertirse en un cubo de hielo, atrapado en la inmovilidad que el invierno parecía querer imponerle. Tenía que moverse, y rápido, antes de que el frío robara por completo lo poco que le quedaba de fuerza.

 

Intentó avanzar, pero sus pies, atrapados en la traicionera nieve, parecían hundirse con cada paso, negándose a cooperar. Sus dientes castañeaban con fuerza, y sus brazos se apretaban alrededor de su cuerpo en un intento inútil de generar calor. De repente, su vista comenzó a fallar; una punzada ardiente se alojó en sus pulmones con cada respiración del aire helado, como si estuviera siendo apuñalado desde adentro. Sus movimientos se volvieron más lentos, y lo que una vez fue una vista clara ahora era solo un borrón blanco. Parpadeó desesperadamente, intentando recuperar el enfoque, pero todo seguía desvanecido.

 

De pronto, en medio de aquel lienzo de blanco cegador, apareció una sombra azul que se acercaba. Sonic intentó abrir la boca, tal vez para llamar o pedir ayuda, pero ningún sonido salió. Sus fuerzas lo abandonaron, y todo su cuerpo sucumbió mientras caía inconsciente.

 

Sin embargo, no fue recibido por la fría nieve. Una figura metálica llegó justo a tiempo, apresurándose para sostenerlo antes de que tocara el suelo. Era Metal Sonic, su doppelgänger robótico, que lo levantó con facilidad entre sus brazos metálicos y lo acercó a su cuerpo. Gracias a una mejora en su diseño, Metal contaba con calefacción interna para evitar que el frío congelara sus sistemas y circuitos. El cuerpo tembloroso de Sonic, en un gesto inconsciente, se acurrucó contra el calor que emanaba de la metálica estructura de Metal, en busca desesperada de alivio.

 

Sin perder tiempo, Metal supo que debía sacar a su contraparte orgánica de ese lugar. Con cuidado pero con urgencia, se preparó para llevarlo a un refugio, asegurándose de mantenerlo a salvo de la helada mortal que los rodeaba.

 

Cuando Sonic finalmente abrió los ojos, lo primero que percibió fue un profundo azul que dominaba su visión. Parpadeó varias veces, moviendo sus orbes esmeralda hasta que su mirada se posó en la irregularidad de la cueva que lo rodeaba. Poco a poco, sus sentidos comenzaron a alinearse, y cuando se apartó de lo que parecía ser su asiento improvisado, se dio cuenta, con una oleada de vergüenza que le encendió las mejillas, que había estado prácticamente sobre su copia metálica. Con torpeza, intentó alejarse de inmediato, pero Metal no se lo permitió.

 

El robot emitió una serie de chillidos rápidos, como si intentara detenerlo. Luego, bajó sus pupilas escarlatas hacia el cuerpo de Sonic, guiando su atención. Confuso, el erizo azul siguió la dirección de su mirada y notó que sus heridas habían sido tratadas con el máximo cuidado posible dadas las circunstancias. En ese momento, lo comprendió: Metal no quería que hiciera movimientos bruscos por el bien de su recuperación.

 

Sonic suspiró resignado. “Está bien, está bien.” dijo con un tono relajado, dejando ir el impulso de resistirse. En lugar de eso, se acomodó nuevamente contra la estructura metálica del robot. El calor que emanaba del cuerpo de Metal era reconfortante, un alivio frente al frío inclemente que aún reinaba afuera. ‘Un rato más así no me matará.’ pensó, cerrando los ojos con la tranquilidad de quien había encontrado, contra toda lógica, un refugio en su propia sombra de acero.

 

Metal se mantuvo inmóvil, cuidando de no alterar el descanso de Sonic que yacía sobre su cuerpo. Aun así, sus sensores estaban completamente enfocados en el orgánico, monitoreando cada leve movimiento y respiración. Dentro de su núcleo, algo nuevo comenzaba a florecer, un sentimiento peculiar que jamás había experimentado antes. Era cálido, pero no la calidez técnica que su calefacción podía ofrecerle; era un calor diferente, casi desconcertante, que parecía surgir de las profundidades de su programación más reciente.

 

Este extraño sentimiento no solo lo hacía ser consciente del erizo azul, sino que despertaba en él un impulso que no lograba comprender del todo: el deseo de protegerlo, de asegurarse de que estuviera a salvo, de que nada pudiera dañarlo nunca más. Metal no sabía cómo etiquetar aquello que latía en su núcleo, pero, por primera vez, entendió que el calor emocional era algo mucho más poderoso que cualquier actualización en su sistema. Sin moverse, dejó que aquella sensación lo inundara mientras su mirada se fijaba en Sonic, tranquilo y vulnerable entre sus brazos metálicos.