Don't Forget Me // Draco Malfoy

Harry Potter - J. K. Rowling
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Don't Forget Me // Draco Malfoy
Summary
━━━ En una guerra que los obliga a odiarse, un mortífago y una muggle desafiarán sus lealtades para ayudarse a sobrevivir.___________________Alexia Lane no creía en la magia. Para ella, era solo un escape de su cruel realidad. Pero la noche que huyó de su hogar abusivo, lo imposible se volvió real. Cuando fue secuestrada por mortífagos y descubrió todo un mundo secreto basado en ella.Aún peor, su vida quedaría en manos de un joven mago que tenía órdenes directas de asesinarla....Draco Malfoy no tenía opciones. Marcado por el fracaso de su padre y una misión que parecía una sentencia, la piedad no era un lujo que podía darse entre las filas del Señor Oscuro. Sin embargo, al ver a la muggle aterrada frente a él, tomó una decisión que lo cambió todo.En lugar de quitarle la vida, eligió salvarla. Y con eso, los condenó a ambos.En el corazón de Hogwarts, escondida en la Sala de los Menesteres, Alexia no solo descubrirá los peligros de un mundo mágico en guerra, sino también la humanidad oculta tras los ojos grises de quien le salvó la vida."El amor, en circunstancias prohibidas, solo tiene dos destinos: muerte u olvido."
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0. "La chica que huía"

ACTO 1

Unos años atrás, en Londres, una chica escapaba de lo inimaginable.

Alexia Lane no creía en la magia. Para ella, no era más que historias para niños o el tipo de fantasía absurda que los adultos empleaban para distraerse de la monotonía de la vida real. Su padre, un hombre pragmático, decía que la magia era para los inmaduros, para aquellos que no podían afrontar la dureza del mundo real.

Sin embargo, mientras sus pies se hundían en el barro y el frío del bosque calaba hasta sus huesos al correr sin rumbo fijo, su concepto de magia comenzaba a transformarse para siempre.

Horas antes, cuando decidió que ya no podía soportar más los abusos en su casa, ejecutó su plan de escape con precisión. Tomó una maleta ligera, el dinero que había ahorrado en los últimos años y un boleto de tren que la llevaría tan lejos como fuera posible.

A su parecer, todo había salido bien, hasta que se detuvo en una solitaria parada de autobuses para descansar en una banca. Fue una luz entre los árboles lo que la hizo mirar de lejos al grupo de figuras encapuchadas reunidas alrededor de una fogata. Con curiosidad, se escondió entre los arbustos para ver más del extraño "ritual" que parecía salido de una secta.

Alexia había escuchado fragmentos de la conversación. Exclamaban cosas sobre "el Señor Tenebroso", "la traición de un tal Lucius" y "someter a los sangre sucias". Trató de entender a lo que se referían pero no logró comprender. Lo único que tenía claro era que nada en esos hombres era normal.

Sintió el peligro en el aire, y lo único sensato que pudo pensar fue en huir.

Cuando una rama crujió bajo su pie, el silencio reinó en el ambiente por unos segundos. Luego, uno de ellos se giró hacia el lugar donde ella permanecía oculta, y sus miradas se cruzaron. Alexia apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que comenzaran a perseguirla.

La maleta, con todo lo que tenía en el mundo, quedó abandonada a un lado de la banca. No le importaba. Su único objetivo era escapar, así que se adentró al bosque con la esperanza de perderlos entre los árboles.

Error.

El grupo se movía con una rapidez antinatural, sus capas negras pareciendo como sombras que se deslizaban por entre los troncos. Y lo más aterrador, lanzaban destellos de luz desde lo que parecían ser… ¿varitas mágicas?

Alexia no quería creerlo, pero tampoco podía ignorar lo que veía. Una de esas luces impactó contra un árbol a su derecha, haciéndolo estallar en mil pedazos. Otra pasó rozando su pierna, quemando la tela de sus jeans oscuros y dejándole una herida superficial. No era una alucinación ni un sueño. Desafiando toda su lógica llegó a la conclusión de que esas personas tenían poderes.

Y a diferencia de las historias de cuentos de hadas, no usaban esos poderes para el bien.

—¡Atrápenla! —gritó uno de los cuatro hombres. La muchacha los había contado antes de echarse a correr.

Estaban demasiado cerca. No había forma de escapar. Sus piernas empezaban a fallarle, y el bosque parecía hacerse cada vez más profundo. Por un momento, la desesperación la invadió, y pensó en rendirse aceptando lo inevitable. Pero entonces recordó porqué había huido. Libertad. No había soportado toda una vida de sufrimiento solo para morir a manos de unos lunáticos con varitas mágicas.

Con un último esfuerzo, cambió de dirección y se adentró en un claro. La luna llena iluminaba el lugar, pero la esperanza que había comenzado a encenderse se desvaneció al escuchar los pasos tras ella, acercándose con rapidez. Giró la cabeza, tratando de comprender cómo era posible que ya estuvieran tan cerca, pero lo único que consiguió fue tropezar con una raíz y caer al suelo.

Un silencio helado se instaló en el bosque, roto únicamente por el crujir de las hojas bajo las botas de los encapuchados. Alexia intentó levantarse, pero su cuerpo, exhausto, rechazó cualquier esfuerzo. Una risa burlona rompió el silencio detrás de ella.

—Ya no puedes escapar, muggle… —escupió una voz burlona. Antes de que la muchacha pudiera reaccionar, una mano la agarró del cabello, obligándola a soltar un grito de dolor.

—¿Una muggle, dices? —intervino otro, un hombre corpulento con una cicatriz que le cruzaba el rostro—. Si fuera así, ¿por qué demonios nos estaría espiando, Rowle?

—¿Qué otra cosa podría ser? Sabes lo entrometidos que son los muggles —replicó Rowle con un deje de desdén en su tono.

Alexia sintió que el suelo bajo ella se volvía inestable, casi a punto de desmayarse. ¿Espiándolos? ¡Eso era ridículo! Ni siquiera sabía quiénes eran ni qué tramaban.

—No importa. Carrow tiene razón. Es sospechoso que nos estuviera observando —gruñó el líder del grupo, un hombre alto cuya máscara apenas dejaba entrever sus ojos calculadores—. No podemos arriesgarnos. Si es una espía de Dumbledore, lo averiguaremos.

—¿Y si no lo es? —preguntó el más joven del grupo, con un atisbo de duda en la voz.

Carrow y Rowle lo fulminaron con la mirada.

—Entonces el Señor Tenebroso decidirá qué hacer con ella —respondió el líder sin nada de paciencia.

Alexia abrió la boca para protestar, para explicarles que no sabía nada de ninguna Orden. Que estaba escapando y los vió por error. Pero las palabras se quedaron atrapadas en su garganta al tenerlos alrededor. Uno de ellos levantó su varita y murmuró un hechizo que la paralizó al instante. Su cuerpo quedó rígido como una estatua.

No podía moverse, ni gritar; solo mirar con horror cómo los encapuchados acercaban las manos a su ropa para revisarle los bolsillos.

—Llévenla ahora —ordenó el líder al no hallar más que una envoltura de goma de mascar.

Uno de ellos, el  más joven, la alzó cómo si fuera un saco de harina y se la colocó en el hombro. Alexia trató de pensar qué hacer, pero su mente hervía de pánico.¿Qué iban a hacerle? ¿Pertenecían a algún tipo de mafia?

En un lugar apartado del claro, uno de ellos (el líder), levantó su varita hacia el cielo estrellado.

—¡Morsmordre! —exclamó con voz triunfal.

De la punta de la varita brotó un destello verde, la muchacha vio cómo en el cielo se formaba una imagen aterradora. Un cráneo con una serpiente deslizándose por su boca iluminando la oscuridad del bosque.

—Un mensaje para nuestros amigos de la Orden —murmuró el mismo con una sonrisa maliciosa.

La imagen flotaba sobre las copas de los árboles. Alexia no entendía porqué la invocaron, pero en el fondo tenía el presentimiento de su simbología oscura. Las respuestas a sus preguntas dejaron de estar en el bosque o en los hombres que se la llevaban. Su destino se encontraba en las garras de un hombre al que jamás había visto ni oído.

El Señor Tenebroso. 

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