
Don't call me love.
Cuando Regina tenía 15 años, su hermano huyó de casa, ella lo miró alejarse en silencio, ella no le pidió que se quedara, pues sabía que su hermano había sufrido mucho a manos de sus padres, sobre todo de su madre, y estaba feliz que finalmente tuviera una familia. Él tampoco le pidió que lo acompañara, temiendo que ella se negara, él nunca supo que desde que Kreacher entró desesperado a su habitación alertándole a Regina que su hermano planeaba irse, ella había hecho su propia maleta, todo lo que necesitaba era que él lo pidiera. Ella nunca lo culpó.
De vuelta en Hogwarts, no había nada que la calmara más que subir a la torre de astronomía y observar el cielo nocturno, hasta que un día alguien más se unió a ella, pensó en pararse y alejarse, pero al final del día, si su hermano podía confiar lo suficiente en él como para irse a vivir a su hogar, quizás Regina podía tolerarlo un rato, después de todo, él no había empezado aún con sus comentarios molestos o su sonrisa demasiado perfecta para ser verdad.
Un mes después, por fin sucedió.
-¿Cómo estás?- preguntó el mayor.
-Cierra el pico, Potter- ella contestó, y él no volvió a insistir.
Dos meses habían pasado desde que se juntaban ahi un par de veces a la semana, y esta vez fue Regina quien habló.
-Sirius y el lobo están juntos- no era una pregunta, pero aún así el de lentes asintió.
-También fue una sorpresa para mí, ahora somos mayormente Peter y yo porque están en la fase de luna de miel- sonrío un poco.
-Me alegro por él- susurró la menor.
-A él le encantaría saberlo Regi- él dijo y continuaron mirando el cielo en silencio.
Si al día siguiente Sirius recibió una carta en el desayuno y de inmediato volteó a ver la mesa de Slytherin fue una coincidencia, y si esa carta era de Regina, no tenía nada que ver con lo que el de lentes había dicho.
-Me gustas- susurró James en la oscuridad de la noche, un par de meses después
-Lo sé- respondió Regina.
-¿Entonces no sientes lo mismo?- preguntó cabizbajo.
La Black solamente miró fijamente la Luna y suspiró antes de hablar- No quiero que me llames amor, ni ningún apodo cursi- volteó a verlo y fue recibida con un abrazo que la hizo sentir que ese era su lugar en el mundo.