
—A ti...¿Realmente no te importa?
Y ante la pregunta estúpida de Snape, él sólo puede atinar a reírse.
Claro, si fuera cualquiera otra persona le importaría, le molestaría. Él no le daría está misma oportunidad de justificarse a nadie.
Nadie más tenía derecho al beneficio de la duda. No cuando se trataba de Lord Voldemort.
Pero justo ahora, ¿Realmente cómo podía importarle?
Era Severus, su Sev. A quien James temió perdido.
—A veces eres tan estúpido, Sev. A pasado un mes desde que deberías haber regresado de vacaciones de Navidad. Pensé... —Y el silencio se extiende mientras la mirada de James cae al piso, si su voz tembló a continuación, Severus no lo señalo —Pensé que estabas muerto.
Y el silencio vuelve, tan grueso como puede ser. No esta relleno de incomodidad, sino de una extraña nostalgia y del peso de las acciones de ambos.
James no puede evitar pensar en que nunca imaginó estar ahí, llegar hasta aquí.
Hace tres años él nunca hubiera imaginado que cuando por fin conquistase a Lily, ella no sería más que usada para esconderlos del mundo.
Hace tres años él nunca hubiera imaginado amar tanto a alguien que no fuera Lily.
Hace tres años él nunca hubiera imaginado que ese alguien sería Severus.
Oh, su amada alma gemela. Su más grande debilidad y su mayor fortaleza.
Incluso con la rabia que lo atacó en su momento, le agradece a Sirius por ser tan imprudente y hacer una broma que casi asesina a Severus. Nunca se hubiera dado cuenta de lo lejos que está dispuesto a llegar para protegerlo, nunca se hubiera sentido tan culpable como para suplicar perdón.
A veces todavía se pregunta cómo pudo Severus perdonarlo.
Su Severus, quien ha sido tan fuerte toda su vida.
Enfrentandose a un hogar que solo es soportable por su madre, tan solo para terminar perdiendola.
Revolcado en su horrible amistad con Lily, que James sabía que le había causado un inmenso dolor, no solo por su ruptura.
Arrastrado en la más inmensa de la pobreza, demasiado insignificante como para recibir la ayuda de alguien, de quien sea.
Humillado ante la presencia de compañeros de casa que no paran de señalarlo inferior, incluso si fuera de la Sala Común se molestan en disimularlo.
Deshechado como no importante por los mismos profesores que debieron refugiarlo, todos muy enfocados en apoyar a sus favoritos.
Todo horneado en un pastel de miseria e infelicidad que tenía como cereza a cuatro Gryffindors decididos a molestarlo porque sabe respirar.
Un Gryffindor que no es más que un perro cruel que disfruta de su humillación.
Un Gryffindor que no es más que una rata utilizandolo para complacer a quienes están más arriba.
Un Gryffindor que no es más que un monstruo cobarde, incapaz de detener a sus compinches.
Y él un Gryffindor tan inmaduro y estúpido como para creer que maltratarlo le daría el favor de Lily.
Lily nisiquiera valía tanto la pena.
Todo el amor que esa mujer puede entregarle nunca será suficiente como para pagar una sola de las lágrimas de Severus.
Por eso sabe que, incluso si ahora Severus está proclamandose a si mismo el monstruo, pidiendole perdón por la Marca en su antebrazo izquierdo, el Slytherin tiene el corazón más grande que conoce.
Su Sev, que había temblado y llorado cuando él le pidió perdón la primera vez, casi como si se hubiera estado conteniendo por mucho tiempo, casi como si el alivio le inundase las venas. Ese frágil ser que lo había perdona, solo acambio de mantener todo eso en secreto, para no ser juzgado por las serpientes de Hogwarts.
¿Cuántas veces se habían reunido en secreto desde entonces?
James no tenía idea, pero fueron suficientes para que los secretos no existiesen entre ellos, incluso si ellos eran un secreto para el resto del mundo.
James lo llenó de todo aquello que podía entregarle, recompenso sus fallos pasados con objetos caros y lujos, le dijo a Severus cuanto lo amaba desde el primer hasta el último día de su sexto año, y cuando Severus le pidio su cuerpo, James tambien se lo dio.
Lily fue su primera novia formal, Severus es todo lo que quiere para el resto de su vida.
—Jamie, por favor respondeme.
James no podía separar la mirada de la Marca Tenebrosa en el antebrazo izquierdo de sev. Su amante la había dejado al descubierto en un intento de apoyar sus explicaciones, sus justificaciones. Brillaba contra la pálida piel, James pensó brevemente en los tatuajes muggles antes de acercarse a Severus.
Con el paso del tiempo James había llegado a entender que las palabras normalmente no significaban lo suficiente para Severus, él no se las creía cuando no eran hirientes.
Así que James miró a Severus directamente a los ojos, sintiendo que se le apretujaba el corazón al ver lo rojos que estaban en sus bordes, y extendió su mano para tomar la muñeca descubierta de Severus.
—Sev, de verdad no me importa que medio Slytherin haya sido cruciado por tu culpa —Y besó la Marca Tenebrosa —Te amo —Otro besó —Te amo tanto principe —Dejo de besar y comenzó a chupar, a lamer, a morder —Te amo, te amo, te amo.
Y James dejo la Marca Tenebrosa de lado para atraer a Severus a un besó al que este no se resistió. Lengua contra lengua, cuerpo contra cuerpo, manos que se avalanzaban frenéticamente contra la ropa.
James sintió las manos agenas sosteniedo su culo y gimió en medio del beso, cediendo el control a su hombre.
—Quiero cogerte James.
Y James jadeo cuando su mano cayó en la dura erección de Severus, oculta entre sus pantalones.
—Hazlo, carajo, hazlo.
—No acá —Severus jadeo y empezó a dejar un rastro de besos por el cuello de James mientras continuaba hablando —En tu maldita cama de Gryffindor, donde tus amigos pueden encontrarnos, donde tu novia puede entrar y verme jodiendote el culo.
Y cuando Severus puntuo sus palabras apretando con más fuerza el trasero de James, este sintió que veía estrellas, al borde de venirse.
—Sev... Dijimos que primero saldríamos de Hogwarts... Falta menos de medio año para graduarnos...
James se sentía pensar lento, batallando por encontrar las palabras y dejarlas salir en lugar de los gemidos.
—¿Eso significa que no lo haremos?
—...Yo nunca dije eso.
Cuando Lily los encontró, a James no pudo importarle menos, porque Severus seguía evitando su próstata y no podía hacer más que rogarle piedad al respecto.