
Antes de la Tormenta
Capítulo 1: Antes de la Tormenta
El reloj sobre la chimenea marcaba las dos de la madrugada. La tenue luz de las velas proyectaba sombras en las paredes del número 12 de Grimmauld Place, donde Harry Potter, jefe del Departamento de Aplicación de la Ley Mágica, se encontraba sentado en su despacho improvisado. Un vaso de whisky de fuego descansaba a medio terminar sobre el escritorio, junto a un informe detallado sobre los magos y brujas desaparecidos que habían desconcertado al Ministerio en los últimos meses.
Harry suspiró y apoyó la cabeza en una mano. Diez años habían pasado desde la caída de Voldemort y, aunque el mundo mágico había encontrado la paz, las cicatrices de la guerra aún persistían. Se veían en las ruinas reconstruidas de Hogwarts, en los nombres grabados en el monumento a los caídos y en los recuerdos que, a veces, lo atrapaban cuando menos lo esperaba.
Había recorrido un largo camino desde aquel niño que vivió en un armario bajo las escaleras.
Después de la guerra, se había unido a los Aurores junto a Ron. Hermione se había enojado al principio por su decisión de no terminar Hogwarts, pero en ese momento sentían que había cosas más importantes que regresar a la escuela como si la guerra nunca hubiera pasado. Su impulso era la necesidad de asegurarse de que nadie más tendría que vivir con el miedo que él conoció desde niño. Su nombre había sido un arma de doble filo: una ventaja en las misiones, pero también un peso insoportable bajo las expectativas de quienes lo veían como un salvador. Aun así, trabajó incansablemente, aprendiendo más sobre la magia y sus distintas ramas de lo que jamás hubiera pensado.
Para su sorpresa, en realidad no odiaba tanto los libros ni la investigación como creía en un principio. Descubrió que disfrutaba mucho más de lo esperado materias como aritmancia y runas antiguas. Simplemente, le había faltado motivación... y que intentaran matarlo cada año ciertamente no ayudó a que un niño pudiera concentrarse en la escuela. Quién lo diría.
Su relación con Ginny fue otro capítulo que, aunque breve, dejó una marca en su vida. Intentaron estar juntos, como si la guerra no los hubiera cambiado, como si pudieran retomar las cosas donde las dejaron. Pero con el tiempo, ambos entendieron que lo que los unía era el pasado, no el presente. Ginny encontró su camino en el Quidditch profesional, y Harry, aunque siempre la apreciaría, supo que su amor no era el de los cuentos de hadas.
Al inicio de su separación, los Weasley estaban enojados y decepcionados de que las cosas no funcionaran, sobre todo Molly. Pero, al final, lo aceptaron y le aseguraron que, independientemente de lo que pasara con Ginny, siempre sería parte de la familia.
Draco Malfoy fue una sorpresa en su vida. Harry nunca olvidaría el juicio de los Malfoy, cuando Narcisa imploró clemencia para su familia. Harry había hablado en su favor, recordando cómo ella lo salvó en el Bosque Prohibido y cómo Draco, a pesar de sus errores, nunca llegó a convertirse en un asesino.
El destino los cruzó nuevamente cuando Draco comenzó a trabajar en San Mungo como sanador. Lo que empezó como una relación basada en el respeto mutuo se convirtió en algo más, algo que Harry nunca se había permitido considerar antes. Fue una relación intensa y fugaz, en la que ambos encontraron consuelo antes de tomar caminos separados.
Ron, por su parte, decidió que la vida de auror no era para él. La fama que ambos ganaron tras atrapar a los últimos mortífagos le pesaba de una forma distinta, y al final, optó por un futuro más tranquilo con Hermione y ayudando a su hermano George en Sortilegios Weasley. Se casó con Hermione en una ceremonia llena de risas y recuerdos, con Harry como su padrino. Verlos felices fue un recordatorio de que algunos finales podían ser buenos, después de todo.
Harry miró alrededor de su casa, un lugar que había transformado con el tiempo. Grimmauld Place ya no era la cueva oscura que heredó de Sirius. Con esfuerzo y paciencia, la convirtió en un hogar. Kreacher, más anciano pero igual de leal, se aseguraba de que siempre hubiera una taza de té caliente esperándolo al final de un día difícil.
Sí, todo parecía ir bien.
Y eso era precisamente lo que lo inquietaba.
Harry Potter había aprendido que la paz nunca duraba demasiado.
Levantó la vista hacia el informe abierto frente a él. El caso en el que trabajaba era distinto a cualquier otro. Desapariciones inexplicables de magos y criaturas mágicas. Un patrón que se extendía por décadas, oculto bajo el caos de la guerra. Pero si te enfocabas lo suficiente, podías ver la conexión.
Algo le decía que la investigación lo llevaría a lugares que no quería conocer.
Tomó el vaso de whisky y lo bebió de un solo trago.
No importaba cuán lejos llegara, su destino siempre encontraba la forma de alcanzarlo.
Y esta vez, no iba a ser la excepción.