
Pasado y presente.
CAROL Y THERESE – 4 de Julio de 2015
Therese se despertó muy temprano porque quería tomar un buen desayuno en una cafetería que internet le había recomendado. A las 9.30 am se tenía que reunir con su grupo y con el guía para visitar algunos de los lugares más bonitos de Atenas.
Se sentó en una pequeña mesa, y pidió un cappuccino y dos donuts. Por dios, qué bueno. Esto es comida orgásmica, y lo demás tonterías, pensó mientras se comía el donut saboreando cada trozo. Y cuando tomó un sorbo al cappuccino y el bigote se le llenó de nata, entró aquella rubia que tanto le había impactado la noche anterior. Se quedó casi sin aire mientras la miraba, ¿cómo podía estar tan guapa a las 8 de la mañana? Pensó. Ni Afrodita podría superarla.
La mujer se giró, y al verla no pudo evitar sonreír al ver a la chica con un palmo de nata en el bigote. Le hizo un gesto como para que se quitase la nata y a Therese casi que le da algo. Le dio tanta vergüenza que la viese de esa manera. Iba acompañada con un hombre grandote, pero él se esperó fuera y sólo entró ella. Pidió un café y volvió a mirar a Therese, que ahora estaba un poco más tranquila.
Está igual de mona que ayer, pensó Carol. Y así, sin pensarlo dos veces, se dirigió a la mesa donde estaba sentada.
“¿Puedo sentarme aquí?” preguntó Carol.
“Ss..sí. Claro.” Afirmó Therese, casi sin habla.
“Eres norteamericana, ¿verdad?”
“Sí, de NY.” Therese contestó, todavía preguntándose por qué esta espectacular mujer se había sentado con ella.
“¡Yo también!, es confortable que haya alguien de casa por aquí.”
“Sí, lo es.” Dijo Therese con una sonrisa, dejando ver sus hoyuelos. “¿Vas con el grupo de las 9.30?”
Carol quedó tan sorprendida con esa maravillosa sonrisa que no había escuchado a Therese. “¿Perdón?”
“Que si vas con el grupo de las 9:30” Dijo Therese con una mezcla de vergüenza y enfado al notar esa mirada tan intensa otra vez y lo que le provocaba.
“Sí, lo siento. Estaba ausente de mente.“ A ver quién puede pensar después de ver esa sonrisa, pensó. “¿Cuál es tu nombre?”
“Yo también. Me llamo Therese, Therese Belivet. ¿Y el tuyo?”
“Me llamo Carol, a secas.” Encantada de conocerte Therese Belivet, tu nombre es muy bonito.” Carol no le dijo su apellido, por miedo a que Therese pudiese reconocerla.
“Gracias e igualmente. Carol Asecas suena muy elegante” Dijo Therese riendo. “He visto que te acompañaba un hombre, ¿es tu marido o algo?”
“¿Sam? ¿Mi marido? No no, es mi guarda…”
“¿Guardaespaldas?” Preguntó Therese sorprendida.
“No no, guardaropa.” Contestó Carol, ya que no quería que Therese supiese que era famosa. Y en seguida cambió de tema. “Mi marido, no, el que pronto será mi ex-marido está en NY con mi hija. Bueno, ella está de campamento. Y he venido sola porque necesitaba un tiempo para pensar.”
“Te comprendo, yo estoy aquí por lo mismo. A ver, no la misma situación que tú, pero algo parecida. Lo dejé con mi novio también.” Therese no entendía porque las palabras le fluían, con lo tímida que ella era. “Imagino que tu hija será igual de guapa que tú” Dijo Therese, arrepintiéndose en ese mismo momento de lo que había dicho.
“Mira, aquí tengo una foto y… gracias por lo de guapa.” Carol se sonrrojó, y Carol nunca se había sonrojado por este tipo de piropos.
“Tengo razón, se parece muchísimo a ti.” Dijo Therese, señalando a la foto.
“Es muy inteligente y su nombre es Rindy. Es mi niña especial” Dijo Carol, orgullosa de su hija.
“Rindy es un nombre muy bonito. ¡Fíjate en la hora que es! ¡Tenemos que ir al tour!” Dijo Therese alterada mirando el reloj.
“¡Qué susto me has dado!” Dijo Carol riéndose. “Sí vamos, que no quiero perderme ningún detalle de la Acrópolis.” Aunque sería difícil mirar a algo más que no fuesen esos ojos verdes durante los próximos días.
“Lo siento, no era mi intención.” Dijo Therese, riendo y pensando en que nada sería tan bonito como la mujer que tenía enfrente.
“Yo pago tu desayuno, si no te importa.” Dijo Carol.
“No, no te molestes porque creo que me he comido los donuts más caros de la tienda” Dijo Therese, con un poco de vergüenza.
“No es problema, yo lo pago, no te preocupes.”
“Bueno, pues muchas gracias. Ya te invitaré yo a la próxima”
“Eso espero, porque quiero que haya una 'próxima' vez" Dijo Carol, un poco sorprendida por las palabras que acababa de decir.
CAROL Y THERESE – 2 de Marzo de 2016
“¿Sam?, soy Carol.”
“Hola Carol, dime” Contestó Sam por teléfono. Sam era un hombre grande, corpulento y muy serio. Pero tenía un corazón enorme y trataba a Carol como una princesa. Pero desde que dejó a Therese, había estado bastante distante con ella.
“¿Me haces un favor? ¿Me puedes dar la dirección de Therese?”
“No la tengo, Carol.”
“¡Oh vamos Sam, si sé que hablas con ella a menudo por Whatsapp!”
“¿Para qué la quieres?” Preguntó Sam, no con muy buen humor.
“Necesito hablar con ella, urgentemente.”
“Si te la doy, siento que la traiciono.”
“Por favor, Sam. No te arrepentirás.”
“Vale…Pero ten cuidado Carol, ya sé que no es asunto mío, pero esta vez no le hagas daño.”
“Gracias. No, no te preocupes.”
A las 7:00 pm, Carol se dirigía al apartamento de Therese. Estaba realmente nerviosa porque conociendo a Therese, puede que no le abriese ni la puerta. Pero necesitaba hacerlo. Necesitaba verla y hablar con ella. Había estado los últimos 7 meses durmiendo poquísimo, comiendo poquísimo, y sin parar de pensar en ella y en lo que había hecho. Pero ahora ya todo daba igual, ya no le importaba lo que dijesen los demás. Sólo su hija, ya que era ella la que más fuerzas le dio para dar este paso.
“Mami, estás triste últimamente y no me gusta verte así” Le dijo de repente, hace varios meses.
“¿Por qué dices eso cariño?”
“No duermes bien, no comes bien y ya no juegas conmigo. Tienes que intentar ser feliz mami, porque me gusta cuando sonríes mientras me peinas y me cuentas cuentos.”
Estas palabras afectaron a Carol más de lo normal, y no pudo contener las lágrimas. ¿Cómo podía su hija hacerle pensar más que personas de 40 años?
Toc – toc
Therese esperaba a Dannie para hacer un proyecto de la Universidad. No tenía nada de ganas, y todavía quedaba tiempo para la fecha de entrega, pero Dannie insistió y Therese cedió.
“Ya voy Dannie, ¡espera que me arregle un poco!” Therese se acababa de despertar de una larga siesta y se puso una camiseta de manga corta, unos shorts y se hizo un moño. Carol se estremeció cuando escuchó la voz de Therese, y se alegró de que pensase que fuese Dannie porque así, al menos le abriría la puerta.
“¿Sabes que no me apetecee… ¿¡CAROOOL!?” Dijo Therese al abrir la puerta y ver la cara de la persona que más había odiado en frente de ella. “¿Se puede saber qué coño estás haciendo aquí? ¿Y por qué sabes dónde cojones vivo? Que yo sepa, nunca lo llegaste a saber.”
“Siento presentarme así de repente, pero sabía que no me ibas a contestar a las llamadas y necesitaba hablar contigo.”
“Ah claro, ¿y qué más necesitas? ¿Quién te has creído que eres? Después de 7 meses, decides, así de la nada, nombrarme y decirme que lo sientes en tu discurso de los Oscars. ¡No tienes vergüenza!” Therese iba a cerrar la puerta cuando Carol puso el pie y lo evitó.
“Para por favor, déjame entrar.” Contestó Carol, a punto de llorar por la rabia que le tenía Therese. Finalmente le dejó entrar, pero le dijo que fuese rápida porque esperaba a Dannie. De momento sonó su teléfono, y Dannie le dijo a través de él que no podía ir a comenzar el proyecto. Therese maldeció a Dannie en su cabeza y se las pagaría por esto.
“Te ofrecería algo de beber, pero no me apetece” Dijo Therese, con un tono desafiante.
“No quiero nada.” Solo a ti , pensó Carol.
“Bueno que, ¿Qué querías decirme?”
“Pues que no puedo seguir fingiendo. Que estos siete meses sin tocarte, mirarte y besarte han sido los peores de mi vida. No puedo ser feliz sin ti, Therese. Ya sé que no podrás perdonarme, pero sabes que tenía mucho que perder y tuve que marcharme.”
“Y decidiste perderme a mí, que era lo más fácil. Mira, no sé por qué crees que viniendo aquí y diciéndome todo eso yo voy a caer rendida a tus brazos o algo, Carol. Para mí sí que han sido malos estos últimos siete meses, no lo sabes bien. He hecho todo lo posible para olvidarte, porque te odio.” Therese empezó a llorar. “Y cuando por fin me sentía mucho mejor, apareces tú y tu jodido discurso. Eres tan egoísta. No quiero seguir hablando contigo, quiero que te marches, por favor.” Ahora eran las dos quienes no podían parar de llorar.
“Therese mírame.” Dijo Carol, cogiéndole la mano. “Te amo” le dijo mirándole fijamente a los ojos. Después de unos segundos, Therese reaccionó y le apartó la mirada.
“Carol… Vete. Te lo digo de verdad.”
“Mañana vendré a comer por esta zona, por si cambias de opinión.” Dijo Carol, secándose las lágrimas. “Buenas noches, Therese” Y soltándole la mano suavemente, Carol se fue.
Therese cerró la puerta y empezó a llorar tan fuerte y tan alto que Carol la escuchó mientras bajaba por las escaleras. Ella tampoco podía parar, sentía que la había perdido para siempre, que ella ya no la amaba más. Se sentía mareada, así que tuvo que parar y sentarse en un escalón. ¿Se acabó? ¿Había llegado esto a su fin? Se enchufó un cigarrillo para calmar los nervios pero lo único que estaba consiguiendo era ahogarse con sus propios sollozos. Así que se levantó como pudo, y salió de allí.