
La primera vez.
Después de meditarlo en diversas ocasiones, Carmilla decidió que los besos entre sueños por las mañanas es la mejor forma de despertar. Además de estar entre los primeros puestos de la lista de cosas que ama de estar casada con Laura.
Casada con Laura. Por cinco años ya. Hoy precisamente es su aniversario número cinco y Carmilla no podría sentirse más plena.
Los recuerdos de la noche anterior comienzan a invadir su mente, los besos arrebatados, la ropa descartada, los cuerpos desnudos bailando al unísono y mientras sigue sintiendo los labios de su esposa viajar desde su cuello hasta el lobulo de su oreja, la pelinegra no puede dejar de pensar en la razón por la que en estos momentos la molesta ropa que se encuentra entre ellas, no es más que un estúpido estorbo.
“Despertamos de muy buen humor”
Dice Carmilla en tono burlón por el atrevido, y cálido, ánimo con el que su esposa se despertó esa mañana. Laura asiente sin decir una palabra que le haga despegar su boca de la tersa piel de su esposa. ¿Por qué desperdiciar tiempo en estupideces como hablar? ¡Oh, sí! Laura Hollis lo ha aprendido con el paso de los años. No es que la rubia haya dejado su manía de hablar hasta por los codos, pero en estos momentos, cuando se encuentra entre los brazos de su esposa, sumergida entre el calor que desprende su cuerpo y sintiendo las fuertes, y suaves, manos de la pelinegra firmes en sus caderas y haciendo patrones en su espalda baja, hablar no es precisamente un requerimiento al que Laura quiera recurrir.
Laura siente a su esposa temblar mientras su lengua baila lentamente con el lóbulo de su oreja y siente el aire de su nariz por encima de ésta. Laura no puede evitarlo más y hace su camino a los labios de su esposa, dejando beso tras beso desde su oreja hasta la roja boca de la pelinegra. Cuando llega ahí, es Carmilla quien se apresura a capturar sus labios ferozmente haciendo que la rubia deje salir un leve gemido que hace que su esposa ponga más empeño por repetirlo.
Cuando la pausa inminente para tomar aire es requerida y sus frentes se quedan unidas, Carmilla abre los ojos por primera vez en la mañana. Laura, sin embargo, sigue manteniendo sus párpados sellados, pero la sonrisa que tiene en su rostro es irrefutable. Carmilla pasa el revés de su mano por la mejilla de su esposa mientras sus dedos apenas si rozan sutilmente la delicada piel de Laura. Sorpresivamente, la sonrisa de la rubia se hace más grande con la caricia y su cabeza se inclina hacia la mano de su esposa de manera magnética. El rostro de Carmilla imita de inmediato el gesto de la rubia.
“Feliz aniversario, Carm”
Dice Laura mientras toma con su propia mano la de su esposa para besarla por toda su extensión y terminar por entrelazar sus dedos.
Carmilla sonríe más fuerte. Un leve ‘Feliz aniversario, Creampuff’ sale de los labios de la pelinegra; y dos segundos después se encuentra encima de su esposa, besándola apasionadamente. Los labios que tan bien se conocen, se mueven al mismo tiempo, mientras sus lenguas comienzan a encontrar su propio ritmo. Casi el mismo con el que las caderas de Carmilla comienzan a menearse desde su posición entre las piernas de su esposa. El agitado respirar de Laura le hace saber a la pelinegra que todas sus maniobras están teniendo en su esposa en el efecto esperado.
Carmilla está a segundos de hacer su siguiente movimiento cuando la puerta del dormitorio se abre de manera estrepitosa mientras dos voces en un grito se dejan escuchar.
“¡Feliz A…!”
“¡Woah, Carm! Es muy temprano para que estés encima de mi mamá. ¡Consigan un cuarto!”
Dice la más grave de las voces.
A sus casi quince años, Sloan es ahora casi tan alta como Carmilla, casi tan delgada como ella y tan sarcástica como la pelinegra mayor. Su cabello ahora lo usa un poco más corto que cuando conoció a Hayley. El negro de su cabellera parece haberse obscurecido más, si eso pudiera ser posible. Las puntas se han rizado un poco más y el fleco que ahora está dirigido a un lado de su rostro le da un ‘aire de misterio’. Al menos, esas son las palabras que utiliza cada vez que su madre le quita el cabello del rostro.
Es gracioso cómo un momento tan vergonzoso como este puede hacer sentir a Carmilla con el corazón tan lleno como ahora. La pelinegra se retira de encima de su esposa y se recuesta nuevamente en su lado de la cama, no sin dejar de abrazar a Laura, que para estos momentos ‘tomate en persona’ es la descripción más exacta de lo que es su cara.
“Este es MI cuarto desde hace siete años, por si no lo recuerdas. ¿No te enseñaron a tocar la puerta?”
Contesta Carmilla con la mejor de sus sonrisas. La pelinegra puede amar a Sloan con todo su corazón, como si fuese su propia hija; pero eso no quiere decir que su relación con ella haya cambiado. Si algo puede ser diferente es que con el constante crecimiento del uso de la ironía en el carácter de la adolescente, las bromas entre ellas se han incrementado.
Sloan sonríe ante la aseveración y niega con la cabeza.
“Okay, pero ésta también es MI casa y mi madre me dijo que la puerta de su habitación siempre estaría abierta para cuando yo quisiera venir a compartir mis ‘sentimientos’”
Contesta la adolescente con cara de querer vomitar ante la última palabra y Carmilla no puede hacer otra cosa que reír mientras Laura dice con un alto grado de indignación ‘¡Hey!’ a su hija que no puede combatir la carcajada que se le escapa.
“Además no es mi culpa que mi mamá y tú parezcan las adolescentes de esta casa y no puedan esta separadas ni dos minutos”
Carmilla no ha podido detener su risa y para disgustar más a la adolescente abraza a Laura nuevamente mientras comienza a darle besos en su quijada. La rubia no puede hacer otra cosa que disfrutar de los afectos de su esposa.
“¿Sabes, Sloan? Creo que el día que te enamores vas a comprender por qué no puedo estar lejos de tu madre. De besarla, abrazarla o acariciarla”
Dice Carmilla entre besos que va dejando alrededor del rostro de su esposa para terminar con un no tan PG-13 beso en los labios de la rubia, sin cruzar los límites; pero que está segura que hará a la pelinegra reclamar al respecto.
“¡Carm! ¿Es en serio? ¡Es demasiado temprano, ni siquiera he desayunado!” Se queja Sloan. “Además, yo jamás haría algo así”
La pelinegra suelta de inmediato a Laura que te la ve con la quijada caída como confirmando la misma expresión y voltea a ver a Sloan con ojos acusatorios.
“¿Oh, en serio? Espera, espera ¿Cómo era?”
Dice Carmilla mientras voltea a ver a su esposa que pone ambas manos en su boca para no reírse más de la cuenta pues conoce muy bien a qué se está refiriendo.
“¡Oh! Ya recuerdo: ‘¿No quieres ir conmigo a ver las estrellas en el campo, Caden?’”
La publicista trata de imitar la tierna y nerviosa voz de Sloan mientras invitaba a la hija de Danny y Kirsch a escaparse unos momentos con ella mientras acampaban todos juntos. Caden es apenas un año menor que la pelinegra pero desde que llegó a la vida de sus padres, Sloan no ha podido ocultar los ojos de amor que pone cada vez que la ve. Hace tres años que Danny y, su ahora esposo y mascota, Kirsch decidieron adoptar a Caden, una pequeña trigueña de grandes ojos que conocieron en un campamento que realizó la asociación de la que son colaboradores. La niña había sufrido el abandono de sus padres biológicos y el rechazo de sus abuelos, por lo que estaba viviendo con una familia de acogida, que no le trataba mal pero tampoco era la familia de ensueño. Cuando Kirsch conoció a la pequeña, se enamoró de inmediato de ella; lo que más adoraba el cachorro, eran sus excelentes habilidades deportivas. Kirsch y su hija van todos los fines de semana a los partidos deportivos que pueden, no importa qué deporte, no importa quién jugara, lo único que importa era compartir sus referencias deportivas juntos. En cierto grado, hasta Carmilla podría aceptar que eso era algo encantador. No que algún día ese adjetivo saliera de su boca. La reacción de Danny no fue tan diferente. Ambos amaron a su hija desde el día que la conocieron.
Pero en este momento, lo importante es el carmesí invadiendo el rostro de Sloan.
“¡Carm, yo no hablo así!”
Grita Sloan visiblemente mortificada por la burla.
“¡Oh! Todavía hay más ‘Soy Sloan, leo Camus, nada me interesa y soy sarcástica pero cada que visito la casa de Kirsch tengo que llevar una caja de chocolates holandeses para Caden. Los cuales, debo decir, son los favoritos de mi hermana pero que me había reusado probar por años, hasta que supe que eran los favoritos de mi damisela’”
Carmilla continúa diciendo mientras junta sus manos al frente y hace bailar sus pestañas de arriba abajo interminablemente en muestra de adoración.
Sloan sigue mirándola con su mirada asesina y una risita detrás de ella se puede escuchar.
Laura es la primera en llamar su atención.
“¡Ah! Supongo que tú también has olvidado eso de: ‘¡Oh! Amo la ciencia. Dime cómo funcionan los cohetes. Quiero que mis madres me lleven al museo de la ciudad todos los fines de semana el en que ‘casualmente’ puedo ver a Jean’”
Grita Laura mientras las tres escuchan responder un ‘¡Hey!” proveniente de detrás de Sloan.
“Hayley ¿Qué haces afuera de la habitación?”
La rubia se asoma con una bandeja en las manos y sus ojos cerrados tan fuerte como puede, Carmilla que si los sigue apretando es posible que se queden presados para siempre en sus párpados.
“¡Feliz aniversario, mamás! Uhm. No quiero ver nada que me haga tener que ir al psicólogo dentro de diez años a contarle del día que descubrí a mis madres tener sexo y que me diga que tengo un trauma infantil, o adolescente, porque ya no soy una niña; y eso me lleve a que mi vida se convierta en un desastre”
Laura es la primera que interviene.
“Hay, antes que nada abre los ojos, todas aquí tenemos ropa. Tu hermana está exagerando. No hay necesidad de ir al psicólogo en tu vida futura. Que aunque algunas teorías dicen que los traumas de la niñez son intrínsecos en tu futuro, más bien es la manera en la que manejamos esos asuntos lo que nos hace fuertes y superarlos para tener una buena vida”
Y sí, después de algunos meses viviendo juntas Hayley comenzó a referirse a Sloan como su hermana, la pelinegra jamás objetó el asunto y poco a poco se acostumbró a hacer lo mismo con la rubia, que ahora abre los ojos lentamente y con recelo y Carmilla no puede evitar girar los ojos porque, okay, okay, quizás la situación no era la más indicada para que sus hijas entraran a sorprenderlas. Pero tampoco es como para exagerar. Por supuesto, cada vez están creciendo más y siempre te has prometido ser más abierta con ellas de lo que tu madre fue contigo durante tu pubertad. Tratar el tema con la naturalidad que debiera dársele.
Laura llama a su rubia hija para que se siente a su lado en la cama y la pequeña deja la bandeja en las manos de su hermana antes de seguir escuchando a su madre divagar sobre cómo es que su vida no será un desastre por encontrarlas besándose y que lo más probable es que no necesite ayuda psiquiátrica, ni medicamentos.
Sloan y Carmilla se miran a los ojos con la ceja levantada y al mismo tiempo mueven su cabeza a manera de negación. Cinco años. Cinco años de casadas, siete viviendo juntas y más de ocho de conocerse y la peliengra mayor no sabe cómo la niña y ella han sobrevivido a ese par.
La adolescente se acerca con la bandeja y la pone junto a la mesita de noche para interrumpir la plática de su madre y su hermana.
“Mamá, necesitamos irnos o Kirsch se volverá loco si lo hacemos esperar más de la cuenta. Les preparamos el desayuno. ¡Feliz aniversario!”
De inmediato la pelinegra mayor alza prominentemente su ceja y le lanza una mirada a la joven frente a ti para preguntar sorprendida.
“Cuando dices ‘preparamos’ ¿Quieres decir preparaste mientras Hayley brincó alrededor tuyo todo el tiempo que pasaron en la cocina?”
Sloan se ríe ante la aseveración y eso es suficiente para hacerle saber a Carmilla que es cierto.
“¡Lo sabía!”
Carmilla ofrece a Sloan su mano para que la choque con la suya a manera de complicidad mientras escucha decir a su hija y esposa decir ‘¡Hey!’ y darle un manotazo en el brazo al mismo tiempo.
“Ouch, ¿Por qué fue eso?”
Laura es la primera en saltar a defender a la pequeña rubia.
“Tener habilidades culinarias no es necesariamente algo que requieras para sobrevivir”
Sloan y Carmilla se quedan perplejas porque están seguras que, generalmente, en las necesidades básicas de la población humana de este planeta, las habilidades culinarias es uno de los primeros requisitos en la lista de supervivencia del hombre.
Laura se da cuenta de lo tonto de su argumento y trata de repararlo, ante las risas que ustedes dejan escapar.
La pelinegra es la primera en ponerse seria y vuelve a cortar el rondar de las palabras de su madre. En realidad Sloan es la persona con más autoridad en la familia para detener los largos parloteos de Laura. Es la única que puede hacerlo pues al paso de los años, Carmilla se ha encontrado a sí misma adorando la manera en la que su esposa dialoga sin decir nada después de darle mil vueltas al asunto.
“Bueno mamá, me encantaría quedarme a escuchar cómo es que la humanidad puede sobrevivir sin saber cocinar, pero en verdad Kirsch nos va a matar”
“¡Oh, claro, claro! Y no queremos que pierdas la oportunidad de sentarte junto a Caden durante el trayecto”
Interviene la pelinegra mayor mientras escucha a Sloan reaccionar con un quejumbroso ‘¡Carm!’ al mismo tiempo que intenta desviar su mirada de la pareja para tratar de ocultar el carmesí de sus mejillas. Es tan lindo verlas crecer así. Carmilla no quiere dejar de vivir cada una de esas experiencias con ellas; y al mismo tiempo, tiene miedo, el mismo de siempre, que crezcan lo suficiente como para que llegue el día en que dejen de necesitarle. Y no es que la publicista sea como su, ahora suegro; quiere darles la libertad y que sean independientes y capaces, pero en su interior siempre que ve a sus niñas, sigue viendo a esas pequeñas que planeaban pijamadas sin su permiso. Siempre que ve a Hayley puede ver esa pequeñita mano que sostuvo su pulgar desde la primera vez que le tuvo en sus brazos. Siempre que ve a Sloan, ve a esa introvertida pequeña que ocultaba esa enorme sonrisa detrás de su hoddie. No importa que tan impertinente adolescente sea ahora.
Carmilla siente de inmediato un brazo que le jala hacia Laura y regresa con todo su amor el abrazo que Hayley les está dando a su esposa y a ella. Su hija les da un beso en la mejilla a cada una mientras les dice que estos cinco años como familia 'oficial' juntas han sido los mejores de su vida. La pelinegra no podría estar más de acuerdo con ella y le dice que la ama mientras besa su frente. Laura hace lo propio mientras le propina una serie de besos en sus mejillas que hacen a su hija explotar en risillas tontas.
Hayley las suelta e inicia su camino hacia su recámara para recoger sus cosas de la escuela. Sloan se queda parada y pone una mano al frente para despedirse y desearles un feliz aniversario. Es cuando Carmilla la toma del brazo y comienza a abrazarla fuertemente para darle de besos por todos lados. Sloan forcejea mientras estalla en risas. La publicista sabe que la pelinegra odia el contacto físico, aunque con el paso de los años se ha hecho cada vez más fácil que se acerque a sus madres y hermana. Sloan ahora está atravesando por una etapa de su vida en la que esa fachada de persona sin sentimientos le sirve para sobrevivir; Carmilla no la culpa, es mucho de lo que ella misma hizo durante muchos años de su vida para intentar protegerse. Espera que la pelinegra pueda ver que romper esa máscara con las personas correctas, es lo mejor que puede ocurrir en la vida, como le pasó a ella, cuando la rubia que tiene a su lado y la pelinegra que tienes en sus brazos, llegaron para complementar la labor que había comenzado su hija.
Sus brazos se aprietan fuerte alrededor de la figura de la pelinegra y Carmilla continúa haciendo molestos ruidos de besos, algunos se los da, otros sólo truenan en sus labios para irritarla más mientras Sloan sigue batallando por librarse de ella. Laura las ve de lo más divertida. Carmilla sabe lo mucho que su esposa disfruta de verlas jugando y riendo. Y con el paso del tiempo ella también ha aprendido a disfrutar de compartir estos momentos juntas.
“¡Carm! ¡No! ¡Carm! ¡Para! ¡Basta! ¡Basta mamá!”
Tanto Laura, Sloan y Carmilla se quedan paralizadas al momento en que la palabra sale de los labios de la pelinegra.
Cuando Laura y Carmilla decidieron casarse, nunca pretendieron imponerse como otra figura materna para sus hijas, la transición fue fácil para Hayley que de inmediato decidió llamar a Laura mamá, pero para Sloan los años pasaron y jamás se había atrevido a nombrar a Carmilla de otra forma que no fuese bajo el tierno sobrenombre de 'Carm'. Para Carmilla fue simple, quería estar ahí y que la niña pudiera confiar en ti sin necesidad de la presión de una etiqueta. Quería que tuviera alguien con quien hablar si sentía que no podía hablar con su propia madre. Pero hoy, Carmilla no puede negar que escuchar esa pequeña palabra emanar de su boca, hace sentir su corazón hinchado de alegría.
Laura se inclina un poco hacia las dos pelinegras y le da un beso en la frente a Sloan que se ha quedado recostada entre los brazos de su esposa, aún algo avergonzada de que la palabra escapara de sus labios. Carmilla piensa que el gesto de su esposa es un poco para romper la tensión pero otro tanto para agradecerle a su hija el aceptarla en su vida como parte de su familia. Lo que también hace su corazón saltar de alegría.
Hayley entra por la puerta buscando a su hermana y al verlas de inmediato comienza a correr hacia el trio para brincar encima de las tres gritando algo parecido a ‘abrazo familiar’. Carmilla no puede escuchar muy bien porque Sloan sigue luchando por levantarse mientras las dos rubias comienzan apretar al par entre ellas mientras les reparten más besos a los que, las pelinegras, responden con ruidos de repulsión a manera de juego que el par rubio prefiere ignorar. Entre el juego Carmilla sostiene a Sloan cerca de ella para susurrarle al oído un ‘gracias’ y un ‘te amo’ antes de darle un beso en su frente.
Cuando Sloan es libre gira hacia su mamá para abrazarla también y Carmilla puede ver que su esposa tiene los ojos un poco húmedos; la pelinegra quiere creer que los suyos no son tan reveladores como los de ella. Quiere creer, aunque gran parte de ella sepa que es imposible.
Las niñas; sí, aunque a ambas les pese, para Carmilla siempre serán 'sus niñas'; se despiden cuando escuchan el claxon del auto de Kirsch. Hayley sale delante de Sloan que antes de salir por completo de la habitación grita.
“Si van a hacerlo, no hagan tanto ruido; que al menos los vecinos no se den cuenta”
“¡Sloan!”
Grita Laura mientras su rostro llega a la mayor escala de rojo que Carmilla ha sido testigo y no puede evitar responder a su hija.
“¡No prometo nada!”
Mientras escucha a lo lejos un ‘¡Yuk, mamá!’ en respuesta. Mamá, de nuevo. Sonríe inevitablemente.
Laura se levanta de la cama y saluda desde la ventana, a lo lejos, a Kirsch y a Caden que esperan a sus hijas en su auto. Carmilla la sigue para abrazarla por detrás y poner su mentón sobre su hombro mientras ve a sus hijas salir de la casa para subirse al vehículo. Ambas se despiden de las adolescentes para verlas partir.
Curiosamente Hayley prefiere sentarse como copiloto de Kirsch mientras Sloan se sienta atrás con Caden. Ves como el cachorrito mira a tu hija y a su hija por el retrovisor antes de sonreír ante las rojas mejillas que ambas adolescentes visten en su rostro.
La pareja regresa a la cama abrazadas y Laura de inmediato se acurruca en el pecho de su esposa mientras Carmilla comienza a jugar con su cabello. La rubia alza un poco su mirada para encontrar los penetrantes ojos de Carmilla y pregunta un suave ‘¿Estás bien?’ al que la pelinegra asiente sin borrar la sonrisa de sus labios. La rubia periodista sigue acariciando su mejilla y atrae su boca a la suya para darle un tierno beso que Carmilla interrumpe por un segundo.
“Este es uno de los mejores aniversarios que he tenido”
“También para mí”
Dice Laura mientras imita la sonrisa que se desborda del rostro de su esposa y vuelve a acercarse a ella para comerle la boca a besos. Cada uno es más apasionado que el anterior.
“Mmmh. Creo que dejamos algo inconcluso, pero no recuerdo qué”
Le dice Carmilla a su esposa entre besos y sonrisas.
Laura gira su cuerpo para colocarse encima de ella mientras sus labios encuentran la base de su cuello y la succión se convierte cada vez más intensa.
“Mmmh. Creo que puedo ayudarte a recordar”