
Iván había olvidado las bajas temperaturas que podía alcanzar su tierra natal por estas fechas. Después de años acostumbrados a las cálidas estaciones y fríos pero no congelantes inviernos en lugares como España, Italia y Roma el frío de Corea amenazaba con castigarlo por olvidarlo.
Con una chamarra negra y una bufanda roja alrededor de su cuello, hundió más la nariz en esta esperando entibiar aunque sea un poco su aliento. No era su culpa, no era como si hubiera deseado abandonar su hogar natal.
No tuvo elección.
Miró con extraña nostalgia la ciudad, los edificios altos y luminosos. Los anuncios en las pantallas gigantes. La multitud iba y venía en pandemónium y nadie lo volteaba a ver. Afortunadamente, porque solo era una cara más entre miles.
Aquí no tenía valor.
Aquí era libre.
Sonrió ligeramente ante ese pensamiento. Escondiendo su pequeño colmillo bajo la bufanda.
Todo era casi perfecto, pero aún faltaba…
Alzo rápidamente la cabeza al escuchar un sonido familiar. Memorable y querido.
Era una guitarra electrica.
No muy lejos había un grupo de personas aglomerado en medio de la calle. La guitarra empezó con un rasgueo firme y poderoso. La multitud creció. La guitarra continúo.
Iván rápidamente se acercó.
La voz que guió sus pasos era hermosa y poderosa, como un halo de gravedad o el canto de una sirena que lo atraía sin remedio.
Todo fue soledad para mí.
Y la melodía que sonó, fuiste tú.
Ahora mis sentimientos están rotos.
Mi rutina se agitó, y ya no me importa lo que pueda pasar
Quiero saber todo sobre ti
No estoy tranquilo, pues tu despertaste en mí sentimientos que jamás diré
¡No pararé!
No pienses que ya estuvo bien
Pues aun no es suficiente
Quiero más
No pienses que ya estuvo bien
¿Cómo puedes creer que ya está bien?
Si no hay nadie más
Y yo por ti siento amor
No hay que temer
¡Come on!
Guiado meramente por el sonido de las cuerdas. Sin siquiera prestar atención en lo poderosa que era su voz. Till canto con fuerza, un grito de guerra y de rebeldía, una queja a las injusticias de la vida.
No te contengas.
Me gustas mucho
Me enloqueces
Me enloqueces tanto
¡Come on!
Quiero una sobredosis de tu amor
¡¡Come on!
¡Come on now!
Hazlo como si la vida te fuera en ello.
Estaba totalmente ensimismado. Sin ver si una, o mil monedas caían en el estuche de su guitarra. No importaba. Canto con la misma pasión.
Sin embargo, en el momento en que abrió los ojos y miró al público una persona captó su visión, fue solo un instante pero lo reconoció de inmediato en medio de la multitud.
Melena negra, ojos oscuros y profundos como abismos y una sonrisa risueña por la que se asomaba un pequeño colmillo. Llevaba consigo esa maldita aura encantadora que parecía traspasar la pantalla cuando veía los conciertos.
Till frunció el ceño. Su corazón latía acelerado. Su voz adquirió más fuerza en el siguiente verso.
Todo fue soledad para mi
Y la melodía que sonó, fuiste tú
Ahora mis sentimientos estan rotos
Mi rutina se agitó, y ya no me importa lo que pueda pasar
Quiero saber todo sobre ti
No estoy tranquilo
Pues despertaste en mi sentimientos que
Jamás diré
¡No pararé!
No pienses que ya estuvo bien
Aún no es suficiente
Quiero más
No me dejes
No pienses que ya estuvo bien
¿Cómo puedes creer que ya está bien?
Si no hay nadie más
Y yo siento amor por ti
No hay que temer
¡Come on!
Me gustas mucho.
¡Come on!
Quiero una sobredosis de tu amor
La guitarra resonó con un último rasgueo. La multitud gritó y aplaudió con emoción. Till respiraba agitado, el sudor corría por su frente. El estuche de su guitarra tenía muchas monedas y billetes, pero él solo miró a esa persona.
Iván aplaudía entre el público, con más control que el resto pero con la misma devoción. Sus iris negros brillaban intensamente sobre Till.
Till no dejo de verlo. Iván tampoco.
Cielos, lo extrañaba tanto. Till podía parecer un gato gris, arisco, desconfiado, pero si veías bien podía encontrar un gran corazón con un centro suave y cálido. Era increíble, y eso lo demostraba en la forma en que ni siquiera parecía temblar a pesar del intenso frío y, en cambio, lograba conquistar el lugar con su ardiente aura haciendo que el público se emocionara como si fuera un concierto.
El corazón de Iván, guiado por la vibrante energía de la guitarra eléctrica, se sacudía como loco. Hacía mucho no sentía eso, como estar en las nubes, no poder dejar de sonreír y sentirse tan libre como para saltar al abismo con la confianza de que todo estaría bien.
Ninguno dijo una palabra, el público se fue dispersando y solo después de unos minutos de quietud uno decidió dar el primer paso.
Iván se acercó, lentamente, con las manos hechas puños de los nervios dentro de los bolsillos de su chamarra.
-¿Que haces aquí? - Till preguntó con los ojos entrecerrados. Sonaba hostil, pero realmente temía que la persona que veía fuera solo una ilusión.
Iván solo sonrió, dando forma de media luna a sus ojos.
-Eres increíble, Till. Siempre lo has sido.
Sin saber que decir Till se quitó el micrófono inalámbrico que tenía en la oreja con un movimiento brusco, se giró y comenzó a desconectar los cables del amplificador y la guitarra.
-¿En serio eso es lo primero que se te ocurre decir después de diez años sin saber nada de ti? -lo miro de reojo - ¿Y que hace el famoso Iván por estos lares? ¿No deberías estar en algún lugar de Europa presentando tu gran espectáculo?
Se puso de pie. Con su guitarra colgando del hombro. Iván negó con la cabeza, sin dejar de sonreír
-Ya no soy más esa persona -contestó en tono suave - Hace un año cumplí la mayoría de edad y logré emanciparme de la persona que me adoptó para utilizarme. Hace un mes terminé mi contrato con la discografía y hace un semana… llegué a Corea…
Llegué a Corea para buscarte.
Pero no podía decirlo así.
No cuando sabía que la canción que Till acababa de tocar con tanta pasión la había escrito cuando eran niños para una chica en especial. Alguien que no era él.
-¿Y dónde te estás quedando? - Till siguió haciendo preguntas.
Iván alzó la mirada.
-Por ahora me estoy quedando en un hotel en el distrito Gwangjin.
-Vaya, eso debe ser caro.
-Las regalías lo cubren por ahora -pero eso no era importante. Lo que realmente le importaba era… - ¿Y tú? ¿Dónde vives?
-Nos estamos quedando en un departamento por Guryong Village. Después de que el orfanato nos corriera es lo único para lo que nos alcanza por ahora.
-¿Nos?
La sonrisa de Iván se tensó. Su corazón se apretó. Por supuesto, no debería sorprenderse. Till había estado enamorado de Mizi desde que eran niños, no sería una sorpresa que ahora estuvieran juntos…
-Si, nosotros. Mizi, Sua, Hyuna, Luka y yo -respondió Till a la ligera -. Cumplimos la mayoría de edad casi al mismo tiempo ¿No recuerdas? El grupo nunca se separó, solo faltabas tu para estar completos.
Iván volvió a mirarlo. Con un brillo de emoción en los ojos, pero luego noto algo extraño en la lista de amigos de Till.
-¿Luka? ¿No te llevabas mal con él? ¿Ya hicieron las paces?
Till se encogió de hombros.
-No, a mí sigue sin agradarme. Pero a Hyuna le agrada y a todos nos agrada Hyuna, así que lo aceptamos por ella.
-Ya veo.
Till acabo de desconectar todo y solo se arrodilló para guardar la guitarra en su estuche. Guardó las monedas y billetes que ganó dentro de una cangurera que se cruzó en el pecho. Metió la guitarra, cerró el estuche y lo cargó sobre su hombro.
Iván miró todo con atención, deseando posponer el momento de la despedida lo más posible ¿Podía pedir su número? ¿Sería demasiado pretencioso? ¿Se volverían a ver? ¿Till aún lo querría cerca después de todo este tiempo?
Estos pensamientos se hicieron una nube gris sobre su cabeza mientras por fuera seguía sonriendo, dando testimonio del intenso entrenamiento al que había sido sometido. No importaba que pensara o como se sintiera por dentro. Por fuera su público siempre debía verlo con una sonrisa suave y gentil mientras los deleitaba con su voz angelical.
E incluso si está era la última vez que veía a la persona que más amaba en el mundo, su sonrisa llevaba sinceridad al ver que estaba bien después de todos estos años.
-¿Me ayudas con esto?
Salió de sus pensamientos para notar que Till le tendía el amplificador que acababa de utilizar, no era muy grande, del tamaño de dos pares de manos juntas.
Iván intentó procesarlo rápidamente pero no consiguió comprender la pregunta.
-¿Perdón?
El chico de pelo gris rodó los ojos.
-¿Acaso es muy complicado de entender? Si vas a venir al menos puedes ayudarme a cargar parte del equipo, son muchas cosas y te estoy dando lo menos pesado ¿No puedes?
-N-No, ¡si, claro!
Iván se apresuró a tomar el amplificador, realmente no era muy pesado. La sorpresa no había abandonado su expresión cuando vio a Till darse la vuelta y comenzar a caminar.
-Vamos.
Iván sin dudarlo lo siguió.
-¿A dónde vamos?
Till lo miró de soslayo y frunció el ceño al verlo tan sorprendido.
-En serio, parece que todo ese tiempo viajando por el mundo no te ha ayudado a comprender el comportamiento humano, sigues siendo tan… extraño - Iván lo sabía, aunque se viera como un ángel inalcanzable para el público, ante los ojos de su dueño y cercanos era raro como un alien, no sabía cómo llevar interacciones humanas. Pero viniendo de Till casi sonaba como un halago. Till suspiro - Claro que vendrás a nuestra casa. Eres uno de nosotros ¿O acaso esperabas que me despidiera y te dejará ir después de años sin verte?
Ni siquiera era una pregunta, su tono llevaba un decidido "no dejaré que te alejes otra vez"
-Además, los chicos también te extrañan -Till se encogió de hombros, como para restarle importancia a lo mucho que él mismo quería a Iván cerca -, me regañarían si supieran que te vi y no hice nada. Nos reunimos a la hora de la cena y ya casi es hora. Todos se pondrán muy felices de verte, o al menos la mayoría menos Luka, pero a nadie le importa la opinión de Luka. Sua cocina, así que es seguro.
Iván solo podía sonreír. Su pecho vibró llenó de felicidad como hace mucho no sentía.
El amplificador se balanceaba en su mano mientras avanzaba a lado del chico de pelo gris, sin poder dejar de verlo y sonreir.
Por un momento, la tentación le susurro al oído que tomara la mano de Till que se balanceaba libremente a un lado. La miró, estiró su mano y… retiró su mano.
Se negó a sí mismo con la cabeza. Por más que lo deseará, no era el momento. Aún no. Además, nada aseguraba que el corazón de Till estuviera disponible.
Pero por ahora, al menos en este momento, esto era suficiente.
No se volverían a separar, y tenían todo el tiempo del mundo para ver qué sucedería después, si podía conquistarlo o tan solo quedarse a su lado, con eso estaba satisfecho.