
¡Clark!
ALQUILER ALPHA
Capítulo I
—¿Todo está bien Clark?—preguntó una rubia adolescente notándose visiblemente preocupada en el asiento del copiloto de la vieja camioneta familiar en la que viajaba con su primo rumbo a su instituto, resultado por habérsele hecho tarde por "quedarse dormida".
—Claro Kara, ¿por qué lo preguntas? —inquirio el aludido de forma nerviosa, evitando deliberadamente hacer contacto visual con la chica y ser descubierto en su mentira.
—Tal vez sea, porque cuando lo dices no me miras—le reprochó Kara cruzándose de brazos, inconforme.
—Eso es porque estoy manejando—se defendió Clark, rogando mentalmente para que su prima dejara de insistir en el tema—. Sabes que es peligroso distraerse o apartar la vista del camino; podría causar un accidente—agregó con el fin de darle peso a sus palabras.
—Pues te informo "señor responsable" que hace rato te pasaste un alto y atropellaste un gatito.
—¡¿QUÉ?!—gritó exaltado Clark frenando de golpe, inmediatamente volteó horrorizando, encarando a la chica.
—¡Es broma, es broma! —se rio la rubia a carcajadas—. No mataste a ningún gatito... aunque sí te pasaste un alto—añadió aún divertida por su reacción.
—No es gracioso, Kara. —refunfuño el mayor relajándose un poco, poniendo en marcha de nuevo el vehículo agradeciendo internamente que las calles de Smallville estuvieran menos concurridas que en Metrópolis, porque de lo contrario hubiese provocado un verdadero accidente por detenerse así.
—Entonces... ¿me dirás que ocurre?—insistió su prima tras un rato, haciéndole saber que no se libraría de esa conversación tan fácilmente, por lo que en momentos como esos, es que Clark renegaba de que todos en su familia hubiesen nacido con casta Alpha.
—No es algo por lo que debas preocuparte—replicó el mayor en un último intento de disuasión.
—¡Vamos Clark, no me trates como una cría! En un par de meses cumpliré 18 y seré casi una adulta—se quejó la joven exasperada.
—Tú lo has dicho Kara, "casi" —apuntó Clark en un suspiro cansado—. Deja que yo me encargue de todo, tú sólo concéntrate en tus exámenes para la universidad, ¿ya elegiste alguna?
—Sé que lo que te preocupa tiene que ver con nuestra deuda al banco—soltó la joven sin rodeos, mirándolo directamente con expresión seria—. Vi los requerimientos de pago.
—Kara...
—¡No tienes que cargar con todo tú solo! —alegó interrumpiéndolo—. Puedo trabajar y ayudarte a pagar las cuentas. Sólo pospondría un tiempo mis estudios hasta que las cosas mejoren, no es gran cosa, luego los retomare.
—Kara, no es tan simple.
—Por favor, Clark—suplicó su prima, aferrándose con fuerza a la manga de su traje—, déjame hacerlo—pidió al instante en que sus ojos se cristalizaban—. De no ser por nosotros, tú y Jon... -sollozo.
—Esto no tiene relación con Conner y tú.—respondió Clark al momento en que su ceño se fruncía.
—¡Por supuesto que lo tiene!—rebatió Kara exaltada—. Habría sido más fácil para ti llevar las cosas si no tuvieras que cargar con los gastos y problemas extra que los dos te generamos desde que nos aceptaste. Incluso Lois lo dijo, por eso terminaron.
—Ustedes también son mi familia Kara, por lo que no son una carga para mí, así que no vuelvas a decir eso—dijo mirándola de forma severa—. Y con respecto a Lois...—suspiró—. Ella y yo... aspirábamos a cosas diferentes, por eso nos separamos. Lo que dijo ese día... fue sólo porque estaba molesta y dolida, nada más.
—Pero... —quiso protestar la joven, así que Clark se le adelantó afirmando con seguridad.
—Créeme, las cosas ya no andaban bien entre nosotros desde antes que ustedes llegaran. Fue lo mejor para ambos. En vez de despertar un día mas adelante y descubrir que estábamos con la persona equivocada. ¿Entiendes a lo que me refiero?—su prima asintió, y Clark prosiguió—. En cuanto al banco... es verdad que me he atrasado un poco en algunos pagos, pero no es tan grave—le explicó, aunque esta vez ella no pareció creerle, así que agregó—. Es más, hoy tengo una importante reunión de trabajo, y si resulta como espero, podría solucionarlo todo. Sin embargo... —haciendo una pausa—. Debido a eso, es probable que llegue muy tarde a casa, así que necesitaré ayuda de un "casi" adulto responsable para que cuide de Conner y Jon en mi ausencia, ¿crees poder hacerlo?
Kara asintió vigorosamente limpiándose el rastro de lágrimas, y en su lugar le dedicó una sonrisa brillante.
—Seguro, déjamelo a mí, me haré cargo de todo.
—Cuento contigo, Kara.
Unos minutos después, tras dejar a su prima en la puerta del instituto, Clark condujo hasta la gasolinera para llenar el tanque, después de todo, le esperaba un largo viaje hasta Metrópolis, donde con un poco de suerte, su viejo amigo Hal Jordan le podría dar una posible solución a sus crecientes problemas económicos.
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Hal Jordan era una persona despreocupada, y siendo un Alpha pocas cosas en su vida habían representado un verdadero reto para él. No obstante, su vida distaba de ser perfecta, culpa en parte por su personalidad descuidada y arriesgada que en ocasiones rayaba en la inmadurez, sumándosele su calidad de mujeriego que, a menudo, lo llevaba a meterse en numerosas situaciones problemáticas de las cuales salió en su mayoría gracias a sus leales y buenos amigos.
Por tanto, cuando uno de estos buenos amigos le llamó pidiéndole ayuda, no dudó en volar desde Coast City a Metrópolis para reunirse con él y proporcionársela. Precisamente por tal razón, es que ahora se encontraba —muy a su pesar— sentado en un restaurante familiar siendo observado por todos a su alrededor dado su look de chico malo, a la espera de la llegada de dicho amigo que ya llevaba 15 minutos de retraso, algo nada propio de quién recibiera en sus días de escuela el apodo de boy scout por sus "buenas costumbres" que incluían, entre otras cosas, ser muy puntual.
En eso pensaba cuando la campanilla del local sonó, y al voltear hacia la puerta vio con alivio entrar a la persona que esperaba: Clark Kent, antiguo mariscal y estrella del equipo de futbol americano en la universidad. Poco era lo que había cambiado desde la última vez que se reunieron, hacía 3 años atrás durante el funeral de los padres de este, poco antes de que él se mudara debido a su actual empleo como piloto de pruebas por lo que ambos perdieron el contacto. Quizá lo más destacable sería que lo notaba cansado, ausente de su acostumbrada jovialidad.
—¡Hey, Big Blue, por aquí! —lo llamó Hal, gritando sin vergüenza e ignorando la atención extra generada hacía ellos por parte de algunos padres, no importandole, pues el castaño estaba gustoso de darles algo de que hablar ya estando harto de su constante censura por llegar solo y vestido de motorista a un lugar familiar.
—Hola, Hal—saludó apenado su amigo sin notar los murmullos generales a su alrededor por la disparidad de sus apariencias—. Lamento la tardanza: Kara se despertó inusualmente tarde hoy y tuve que llevarla al instituto, además la camioneta se paró un par de veces en el camino.
—Kara es tu prima, ¿cierto? —indagó Hal restándole importancia al asunto, viendo como su amigo tomaba asiento frente a él y ordenaba a la camarera que se acercó una taza de café.
—Así es—contestó Clark sonriendo ligeramente, recuperando un poco de brillo en sus ojos.
—Debe ser difícil para ella y tu...—dudó un momento—. ¿hermanastro?
—Prefiero el término hermano—corrigió Clark.
—Ok—asintió Hal encogiéndose de hombros, sin ánimo de indagar más en ese tema—. Bueno, debe ser difícil para ellos y Jon adaptarse a la locura de la ciudad estando acostumbrados a vivir en la granja, es comprensible.
—En realidad...—inicio Clark un poco incomodo—. Regresé a Smallville con ellos.
—¿Entonces renunciaste al Daily Planet?—preguntó sorprendido, dado que siempre fue su sueño trabajar ahí.
—Oh no—negó su amigo—, sigo trabajando ahí, pero Perry, mi jefe, me permitió enviarle mis artículos desde casa, aunque disminuyó un poco mi paga.
—Lamento oír eso Clark, pero si eso se acomoda a tus necesidades y estás bien con ello, supongo que no importa—opinó Hal.
—De hecho—dijo su compañero con rostro preocupado—. Nada está bien.
En ese momento llegó la camarera con su orden, y tras una pausa en la que el ambiente se mantuvo tenso entre ellos, reanudaron su conversación.
—¿Qué ocurre, Clark?—preguntó Hal, empezando también a preocuparse.
—Desde hace 3 años...— inició dificultosamente ya que su voz comenzó a fallarle notablemente—. Luego de la muerte de Má y Pá en ese accidente...—hablar de ello parecía que le seguía costando trabajo, por lo que Hal no lo apuró—. Las deudas de la granja han ido en aumento, y aunque he invertido todo mi dinero en ella, es poco lo que ha redituado—musitando esto último, derrotado—. No sé cómo es que mi Pá y Má hicieron todos esos años para mantenerla a flote y pagar mis estudios, pero es evidente que en comparación con ellos, estoy siendo un total fracaso—confesó totalmente abatido—. Y de estar solo eso no importaría, pero...—mirándolo con angustia, continuó—. Jon, Kara y Conner dependen de mí, y las opciones se me están acabando. Porque pese a mis esfuerzos, no consigo hacer nada por mí mismo. Incluso ahora, de no ser porque el gerente del banco era viejo amigo de Pá desde la infancia, no habría obtenido una prórroga más.
—¿Por qué no vendes la granja?—sugirió Hal siendo práctico—. Con ello al menos recuperarías tu inversión.
Clark negó.
—Es demasiado tarde, aunque la venda obtendré menos de la mitad de lo que invertí y apenas me alcanzara para los gastos de unos cuantos meses, y para ese entonces ya habré generado más; este año Kara entrará a la Universidad y Conner al Instituto, no puedo decirles que tendrán que dejarlos porque su tutor es un inútil.
Hal tamborileó los dedos sobre la mesa, ansioso, sintiendo los problemas del más alto como propios, arrepintiéndose mentalmente por no ser una persona ahorradora, que más bien vivía al día con su sueldo tras despilfarrarlo en sus correrías nocturnas con las lindas Omegas que conocía en los bares, porque de ser de otra forme habría podido prestarle el dinero que tanto necesitaba.
—Si hay algo en lo que te pueda ayudar...—ofreció inseguro y dudoso en sus palabras, dejando la oración inconclusa sin saber realmente de qué forma exacta podría ayudar a su amigo.
—La hay—le respondió enseguida Clark con visible entusiasmo, sorprendiéndo al castaño.
—¿En serio? —preguntó bastante incrédulo de lo que podía hacer él por la situación del otro.
—¿Recuerdas...?—titubeó nervioso, pero al reunir un poco de valor, volvió a preguntar—. ¿Recuerdas ese trabajo que mencionaste cuando estábamos en la Universidad y con el cual lograste saldar en poco tiempo tu deuda de apuestas con ese sujeto peligroso que amenazó con romperte los brazos y piernas si no le pagabas?—Hal asintió con un mal presentimiento—. Quisiera que me extendieras una recomendación para entrar a trabajar ahí.
Al escuchar la petición de empleo en su supuesto "trabajo de medio tiempo" del que presumió a todos sus amigos en la Universidad jactándose de lo bien que le pagaban, la sangre se le heló a Hal.
—Eh... s-sobre eso... Clark—balbuceó nervioso—. No creo que sea el tipo de trabajo adecuado para ti, ¿sabes? Además, existen otras opciones. ¿Has considerado la venta de órganos? Escuche que es muy lucrativo y...
—Hal, por favor—suplicó su amigo, interrumpiendo su perorata incoherente—. Necesito el dinero y tú siempre dijiste que pagaban muy bien ahí. Estoy dispuesto a hacer lo que sea que me pidan hacer, así que por favor—volvió a suplicar, esta vez con tangible desesperación—, ayúdame.
Sin embargo Hal sentía que su alma escapaba de su cuerpo en sintonía de una imperiosa necesidad de escapar de ahí, incluso fantaseo en su mente con la absurda posibilidad de que un misterioso anillo mágico apareciera, lo eligiera y saliera volando del lugar a una galaxia lejana a combatir el mal en el universo. Cualquier cosa estaría bien, con tal de evadir la vergonzosa conversación que se le avecinaba, porque de continuar, naturalmente le tendría que revelar a su compañero su sucio y oscuro secreto.
—Mira Clark—habló visiblemente incomodo, esperando que eso fuera suficiente para el otro y hacerlo desistir—. No es que no quiera ayudarte, pero en serio, este trabajo, sencillamente no es para ti.
—¿A qué te refieres?—cuestionó ceñudo, lo que le indicó a Hal que su terquedad Alpha había entrado en acción y que no desistiría hasta obtener una buena explicación al respecto.
—Ok—suspiró resignado al verse acorralado—. Te lo diré todo, pero debes prometer que no se lo contarás a los demás, ¿de acuerdo?
Al recibir un asentimiento por parte de su amigo, Hal se removió nerviosamente sobre su asiento, sudando a mares, sintiéndose de repente un tanto paranoico, lo que lo llevó a mirar disimuladamente en derredor asegurándose que nadie les prestara demasiada atención para que su conversación fuera lo más confidencial posible. Una vez comprobado, se inclinó ligeramente al frente de forma que estuviera más cerca de su compañero, y que de esta forma el otro fuera el único que pudiera escuchar su voz, la cual se tornó hasta ser un murmullo.
—Verás—comenzó con falsa calma—. Si nunca les mencione de qué se trataba mi trabajo temporal, es en primer lugar, porque firmé un acuerdo confidencial; y en segundo... porque no me enorgullezco de él.
—¿Es algo ilegal?—preguntó preocupado su amigo, mirando a su vez intranquilo a su alrededor.
—No.
—¿Entonces?—inquirio Clark, confundido.
Por otro lado, Hal pasó su mano por su cabello, ansioso, dándose valor para confesar su vergonzoso secreto de una sola vez antes de arrepentirse, por lo que respiró profundo y soltó sin darle más rodeos.
—Soy un Alpha de Alquiler.
Ok, no había sido tan difícil decirlo como pensó, y en cierta forma se sintió aliviado de habérselo contado a alguien de confianza... o eso pensó, hasta que se dio la reacción exagerada de su compañero, que con un chillido exclamó:
—¡TE PROSTITUYES!
Ganas no le faltaron a Hal de golpear a su amigo cuando el silencio se hizo sepulcral en el establecimiento, mientras todos los miraban con ojos bien abiertos, siendo el centro total de atención. De modo que, sin decir nada, y antes de que cualquiera reaccionara, se levantó dejando sobre la mesa más del dinero de la cuenta de su consumo, y salió a toda prisa llevando a rastras a un todavía estupefacto Clark que ni se resistió debido a su aturdimiento.
Varias, o muuuuchas cuadras más adelante, en un callejón desierto, tras correr como poseso, se detuvo abruptamente a confrontar a su amigo con enojo.
—¿En serio, Clark? ¿No pudiste gritarlo más alto? Creo que en la puta ciudad no te oyeron.
—L-lo siento, Hal—dijo su amigo visiblemente apenado— E-Es que... me sorprendió.
Hal camino en círculos, furioso, queriendo arrancarse los cabellos, pero se controló para no explotar en contra de su compañero, ya que, siendo justos, en la Universidad y después de esta, Clark fue el único que no lo criticó o echo en cara las mil y una estupideces en que se metió, y se quedó a su lado cuando el resto se rindió con él. Al menos por esta vez, podía pasarle su flagrante indiscreción. No es como si fuera el fin del mundo. Simplemente tendría que evitar Metrópolis por un tiempo... o años, y rogar porque nadie conocido se enterara de esto en una ciudad donde literalmente volaban los chismes...
¡Dios, estaba tan jodido!
—En-en serio, siento lo de antes, Hal—balbuceó Clark.
—No importa—contestó fingiendo una calma que no sentía, ya que por dentro lloraba, chillaba y pataleaba desesperado en busca de una solución que seguro no encontraría estando ahí, así que decidió terminar ese desastroso encuentro y regresar rápidamente a su ciudad—. Como sea, ¿ahora entiendes porque este trabajo no es para ti?
Lo que debió ser un "si" inmediato como contestación a su pregunta no se escuchó, y un tenso silencio se instaló en el callejón que preocupó de sobremanera a Hal, quién miró a su amigo casi con terror, expectante de una respuesta que no llegaba—. ¿Clark?—indagó, incapaz de soportar el mutismo del otro.
—Yo... mmm...—notándose inseguro y con el rostro rojo como un semáforo, respondió—. ¿D-De cuanto...? ¿D-de cuánto es la paga exactamente?
La mandíbula de Hal se desencajó por completo, impidiéndole articular palabra alguna, y aunque hubiera podido decir una, él mismo no habría sabido cuál sería, porque para él, este día el mundo simplemente se había puesto de cabeza.