
Día 27 - Seiryuu
Cuando el caos infundado por los yokais trajo grandes calamidades a los seres humanos, los dioses, quienes velaban desde los cielos por su protección, no podían permitirse el quedar de brazos cruzados.
Decididos, enviaron 4 protectores a diversos puntos, para que velaran por la humanidad, dentro de ellos, se encontraba Seiryuu.
De noble corazón, aquel dragón procuró cuidar de los humanos con sus poderes. Y si bien tenía la habilidad y fuerza suficiente para imponer su autoridad, destruir grandes aldeas con marejadas, optó por usar sus poderes con con un bien curativo, alimentando a la vegetación con suaves y gráciles lluvias, sanando a los demás a través del agua mágica que había dejado en diferentes puntos de su territorio, siendo cuidadoso de no cometer el error de conceder la inmortalidad a través de ella.
Pero no fue suficiente, las guerras comenzaron, una tras otra, sin ser capaz de detener. Eran masacres completas, ríos teñidos de sangre ante la crueldad de la guerra. Todo el amor que sintió hacia la humanidad comenzó a pesar en su corazón, tanto para él como para los otros guardianes y, en cierto momento, ascendieron al cielo. El perdón era algo que se le dificultaba a estas alturas.
No solo eran las guerras, las muertes de vidas inocentes, sino el egoísmo del ser humano. Los rumores sobre ellos no tardaron en circular, y muchos comenzaron a buscarlos con la intención de adquirir su sangre y obtener la ansiada inmortalidad.
Le dolía, no se sentía capaz de perdonar a la humanidad, quien solo demostraba que cometía error tras error. En su tiempo confió en ella, pero ahora, la decepción en sus ojos era evidente, los años vividos en la tierra le pesaron, por lo que solo se limitó a vigilar desde los cielos, sin tener grandes expectativas ante tanta adversidad.