La familia de Donald

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La familia de Donald
Summary
Donald invita a Scrooge a la cena navideña, quería presentarlo como su novio, pero las cosas no resultan como esperaba, no sólo por una vieja disputa entre Hortence, Matilda y Scrooge sino por el hecho de que eran hermanos.
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Tiempo a solas

Capítulo 4: Tiempo a solas
La privacidad era una bendición estando rodeado de tantos parientes y eso era algo que Scrooge McDuck aprendió por las malas. No era que odiara pasar el tiempo en familia, al contrario, cada vez se sentía menos fuera de lugar y más como parte de algo, el problema era que deseaba algo de tiempo a solas con su novio.
Novio, había algo en esa palabra que hacía que Scrooge sintiera mariposas en su estómago y unas décadas más joven. Donald había llenado su vida de luz desde la primera vez que lo vio, él y su familia le habían hecho reconciliarse con el Scrooge joven, el que quería comerse al mundo entero y que creía en el trabajo duro.
—Sé de un lugar donde podemos estar a solas —le había dicho Donald mientras que lavaban los platos del desayuno.
Scrooge lo había mirado expectante. Había sospechado que Donald quería hablar con él desde el momento en que prácticamente lo obligó a lavar la vajilla, pero no consideró la posibilidad de que le propusiera que se fugaran juntos. Había sospechado que lo obligaría a pasar tiempo de calidad con la familia, algo que había estado haciendo incluso desde antes de que comenzara el viaje.
—¿Qué tienes en mente?
—Creo que ambos sabemos la respuesta a esa pregunta.
—Donald, tío Scrooge —los llamó Della —, tío Eider, tía Lulubelle, Abner y yo iremos por madera al bosque, Gladstone, la abuela, Fethry y Gus irán al mercado por si quieres pedirles algo, los trillizos, mamá y papá estarán haciendo algo de los Jóvenes Castores, tía Matilda y tía Daphne saldrán, no dijeron a dónde. Espero que no les moleste estar a solas hasta el almuerzo.
—Descuida, Della, estaremos muy ocupados.
—¿Haciendo?
—Planificando nuestra próxima aventura.
—¿A dónde iremos?
—Es lo que estamos decidiendo, El Dorado o la búsqueda de la legendaria calavera de cristal.
—¡La calavera de cristal! —Della estaba emocionada —. ¡Vamos a cazar calaveras de Cristal!
—Eso nos quita un peso de encima ¿Cuánta comida necesitaremos para tres días de viaje?
—Deberíamos cubrir el tema del agua primero, no quisiera que alguien terminara deshidratado.
—Tengo cosas por hacer —Della prácticamente salió corriendo. Era algo que solía hacer cada vez que Scrooge y Donald hablaban de temas técnicos.
—Típico de Della —Donald movió la cabeza de manera negativa y continuó con la limpieza de la vajilla.
—Donald...
—Primero los platos —lo interrumpió Donald —, luego te mostraré el lugar del que te estaba hablando.
Donald y Scrooge estuvieron caminando por varios minutos. Se adentraron en los cultivos de maíz y atravesaron el bosque hasta llegar a una casita en el árbol. La pequeña estructura estaba hecha de madera y, aunque estaba en buenas condiciones, podía notarse el paso del tiempo y varias partes que necesitaban pintura.y unas cuantas reparaciones menores.
—Este era mi escondite cuando era pequeño.
—Para escapar del trabajo, supongo.
—Yo nunca hacía eso —Donald estaba avergonzado y Scrooge no le creía, lo había visto evadir sus responsabilidades en muchas ocasiones e incluso quedarse dormido durante el trabajo —, a veces quería estar a solas, otras veces tocar música y otras leer cómics. Descuida, no se caerá.
—No estaba pensando en eso.
Scrooge se sobresaltó al sentir la mano de Donald sostener la suya con fuerza, pero no opuso resistencia cuando el pato lo guió hasta la superficie del árbol. Una de las gradas rechinó, no obstante se mantuvo en su lugar.
El interior de la casa era diferente al exterior. No tenía muchos adornos ni muebles, solo una alfombra, una escoba, un trapeador y un baúl, de considerable tamaño en el fondo. No había polvo ni suciedad por lo que para Scrooge resultó evidente que no se trataba de un lugar abandonado.
—Vengo aquí con cierta frecuencia, pero descuida, solo el único que sabe de este refugio.
Donald fue el primero en sentarse. Scrooge se ubicó sobre su regazo y rodeó el cuello de su novio con sus brazos. Los rostros de ambos se fueron acercando y pudieron besarse de la manera en que habían querido hacerlo desde hacía un largo tiempo.
Un rechinido bastó para que ambos se separaran. Scrooge logró salir por la ventana, pero Donald no tuvo tanta suerte, Matilda y Daphne lo habían visto y las dos se veían, avergonzadas y sorprendidas en igual manera.
—¿Qué haces aquí, sobrino?
—Estaba por preguntarles lo mismo.
Scrooge se apoyó sobre la pared y utilizó uno de los agujeros para ver lo que pasaba. Notó que su hermana y cuñada enrojecían por lo que supo de inmediato cuáles eran sus intenciones. Ambas habían ido a ese sitio para hacer lo mismo que ellos habían estado haciendo poco antes.
—Yo vine a limpiar, pero supongo que puedo hacerlo después. No se olviden del almuerzo.
Donald bajó con tanta prisa que terminó por tropezar con uno de los peldaños y caer de bruces en el suelo.
—¿Estás bien?
Donald asintió con un movimiento de cabeza. No ver a Scrooge le preocupaba y tranquilizaba en igual medida.
—¿Seguro?
—Sí, solo tropecé, ya saben cómo es mi suerte.
Scrooge estaba por bajar del árbol cuando vio a Lulubelle. Le lanzó un limón a Donald y le dijo, mediante señas, que se quedaría allí por un rato más. Trató de alejarse lo más posible. Estaba molesto por la interrupción, pero satisfecho de no ser el único en tener que lidiar con planes frustrados.
Scrooge planeaba retirarse, pero fue detenido por una idea. Quería venganza y sabía cómo obtenerla. Subió a la casa del árbol pretendiendo que estaba explorando y pretendió estar muy incómodo al encontrar a las dos mujeres en una situación tan comprometedora.
—¿No esperaba verte aquí, Scrooge?
Scrooge disfrutó la vergüenza en los rostros de Matilda y Daphne. Era algo infantil, lo sabía, pero sentía que con ello lo compensaban por su cita fallida.
—Estaba por preguntarles eso, quería explorar y las encuentro... muy ocupadas por lo que veo.
Matilda y Daphne se apresuraron en arreglar sus ropas. Ambas seguían avergonzadas y sonrojadas.
Scrooge pretendió irse. Planeaba reencontrarse con Donald y continuar con lo que estaban haciendo en otra parte. No esperó que Matilda y Daphne lo siguieran, mucho menos que se encontraría con el equipo de Della.
—¿Qué haces aquí, tío Scrooge?
—Salí a caminar —Scrooge pretendió aburrimiento —. ¿Por qué tanto interés?
—Supongo que por el mismo motivo. No sé si sea bueno o malo que encontráramos leña con tanta facilidad, esperaba un reto más emocionante.
—No siempre tenemos lo que queremos.
—¿Por qué tan molesto, Donny?
Scrooge sabía la respuesta y no era algo que pudiera decir en vos alta. Ambos compartían la misma molestia y el mismo secreto.
Scrooge se dedicó a trabajar en lo que Donald, Elvira, Lullubelle y Gus se encargaban de la comida. Revisó algunos contratos siendo la mayoría invitaciones para formar parte de una sociedad. Ocasionalmente veía a su familia. Los trillizos y Fethry jugaban, Daphne y Gladstone no hacían nada mientras que los demás se encargaban de la limpieza en ese lugar.
Scrooge sabía que su familia ya no estaba tan molesta con él, que sus hermanas estaban dispuestas a hacer las pases con él y que Hortense lo mataría si llegara a saber la relación que tenía con Donald.
—Siempre trabajando —se quejó Hortense mientras que se sentaba a su lado.
Matilda no tardó en imitar a su hermano.
—No me convertí en el pato más rico del mundo sólo por mi atractivo físico.
Matilda y Hortense se rieron al escuchar esas palabras. Scrooge se sintió culpable al pensar en el tiempo que había perdido por culpa de su propio orgullo.
—Vamos, Scroogey, estoy ansiosa por escuchar todas tus historias.
—Della nos contó sobre las muchas aventuras que han tenido.

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