
Capitulo 10
Capítulo 10
Unos dedos masajean suavemente su cabeza. Espuma de champú, con aroma a vainilla, Bucky piensa, es puesta en su cabello. La silla de peluquería está reclinada hacia atrás para que la cabeza de Bucky esté sobre el pequeño fregadero de baño, tibio y húmero, con una toalla enrollada bajo su cuello. Hay un hombre en un banco a su derecha, haciéndole manicura. Trabajadores contratados solo por hoy. Los pies de Bucky descansan en una cubeta de agua caliente, pétalos de rosas flotan en ella, y en un rato más serán masajeados y luego se les hará pedicura. Se siente bien. Relajado. Cómodo. Incluso normal. Preparándose para salir a un evento, la apertura de esta noche, se siente bien.
No lleva camisa. A ambos lados de su silla hay dos estufas de sauna quemando madera. Vapor sale de las piedras calientes, cayendo en su pecho desnudo. Suave y tibia llovizna en casa. Los ojos de Bucky están cerrados mientras la mujer de pie tras él lava su cabello. Cuando inhala profundamente, sus dedos se detienen.
Bucky abre los ojos solo para mirarla. Apenas sus ojos se encuentran, ella los desvía, necesita contener una sonrisa tímida y se sonroja. Hace sonreír a Bucky, lo hace sentir bien. Aún puede provocar un sonrojo con solo una mirada. Antes de que ella pueda seguir con su trabajo, él extiende su mano libre y toma su muñeca.
“¿Cuál es tu nombre?” Pregunta.
Ella baja la cabeza, un gesto apropiado antes de hablar con alguien de Sociedad.
“Teresa, milord.” Responde suavemente, casi nerviosa.
“Lindo.” Dice Bucky como cumplido, su voz es suave, terciopelo y seda, suficiente para que las mejillas de ella se enciendan de nuevo. “Teresa, no estoy hecho de vidrio, querido. Puedes masajear más fuerte.”
“Oh… mis… mis disculpas, milord.”
Bucky ríe. “No es necesario.” Se pone a si mismo más cómodo, causando que el hombre en su mano tenga que detenerse un momento. “Estás haciendo un buen trabajo.”
“Gracias, señor.” Responde ella mientras vuelve a trabajar, esta vez presionando más firmemente su cabeza.
“Mmm,” Arrulló Bucky, cerrando los ojos de nuevo. “Eso es aún mejor.”
Recibe una risita por esa respuesta. Tal vez nerviosa, tal vez halagada. No está seguro. Por el momento, está demasiado emocionado acerca de esta noche para que le importe. Va a salir esta noche. Van a salir. Steve y él. Bucky va a salir con su esposo. O más bien, su esposo, su cabeza de familia, lo va a sacar de la casa. No importa. Bucky saldrá. A una apertura de un club y todo. Bucky sonríe de nuevo.
Como Steve le dijo la noche en que prometió llevarlo, sus amigos estarán ahí. No saben aún que él irá. No les dijo. Quiere que sea una sorpresa. Aunque honestamente, no está cien por ciento seguro de cómo se supone que vaya la noche.
Sin pensarlo, Bucky alza la cabeza, y Teresa aleja los dedos. Baja la cabeza de nuevo.
“Oops.” Ríe. “Lo siento, Teresa.” Bucky mueve los dedos al hombre que está trabajando en ellos. “¿Podrías traer a Truvie?”
“¿Truvie, milord?” Como Teresa, baja la cabeza.
“La ama de llaves.”
“Oh, sí, ciertamente, señor.”
Pone los dedos de Bucky en un recipiente con aceites y se aleja a hacer lo que se le ha pedido.
Si alguien puede decirle lo que se espera de él esta noche, será Truvie. Bucky ha pasado cada tarde con ella en la cocina desde el inicio de la semana pasada. Adora a Truvie. Aún se disculpa con ella por cómo la trató esa mañana y aún odia cocinar. Es un largo, cansado y sudoroso proceso. O fallas o triunfas. Demasiado de esto o no lo suficiente de aquello hará que todo se queme. Aunque debe admitir que es gratificante ver la reacción de Steve hacia los platillos que Bucky ha hecho.
Hasta ahora, le ha gustado más el pollo rostizado y las patatas rojas y el salmon es lo que menos le ha gustado. Eso hizo que Bucky se sintiera mal pues aprendió por su juego que el salmón era su favorito así que realmente quería hacerlo bien. En defensa de Steve, trató muy duro de mentir y pretender que le gustó, pero…. Sucede que Steve no es tan bueno para mentir.
“Volveré a intentarlo.” Le dijo Bucky cuando Steve se detuvo a medio masticar, en la primera mordida. “Con suerte, saldrá mejor.”
“No, no. Está bien. Bueno. No está malo. De verdad. Me gusta. En serio.”
Bucky rodó los ojos. Steve ni siquiera había tragado ese primero bocado.
“Lo haré de nuevo.”
Las últimas dos semanas habían sido mejores que las primeras dos. Menos incómodas. Un poco agradables, o cómodas. No solo pasadas encerrado en su recámara, aún llena de cajas. Algunas palabras más. Un poco más de su juego de preguntas.
¿Cuál es tu celebración favorita? Navidad. ¿Por qué? Familia.
Steve debe haberse dado cuenta de que su respuesta incomodó a Bucky pues le dio otro trozo de pastel y no habló de nuevo hasta que él lo hizo.
¿Cuándo conociste a Sam? Corriendo en el parque, casi un año después de mi procedimiento. ¿Cuál es tu bebida favorita? Agua ¿En serio? ¿Agua? Sip. ¿Alcohol? De hecho, solo me gusta la cerveza. ¿Qué tal postres? Pastel de manzana. ¿Qué diablos es el pastel de manzana? (Steve se rió) Le diré a Truvie que haga un poco. ¿Qué es lo que más te gusta hacer? Jugar cartas.
Eso era mentira, y descolocó a Bucky lo suficiente para que no supiera qué hacer.
Hasta donde Bucky sabía, Steve sólo había mentido esa vez. Nunca antes, nunca después. Ni siquiera con el incidente de Frankenstein. Bucky aún se siente mal al respecto, por tomar algo tan cercano y personal para él que hizo que Steve se alterara con él con solo mencionarlo. Bucky sentía que tenía más que ver con que su madre se lo leía que con el libro en sí. Steve es cercano con su madre, Bucky puede entender eso, y ese libro es algo que es de ambos. Bucky no sabía cómo reaccionar respecto a Steve en ese momento. Tanto pasó por su mente. Desconfianza, algo de miedo, un ataque de lágrimas. Como le dijo a Steve esa tarde, usualmente no es tan sensible.
Es solo que Steve ha sido tan paciente y comprensivo, y ese súbito e inesperado cambio le dolió a Bucky, lo tomó por sorpresa. Steve se sintió mal al respecto. Su rostro, la humedad en sus ojos, todo gritaba pánico. Como si hubiese arruinado todo y nunca, nunca pudiera arreglarlo. Pero si lo hizo. Bucky no entendía cómo lo logró tan rápido. Un tibio roce que nunca parecía querer dejarlo. Ojos profundos que derretían su interior. Palabras amables que se prendieron a su alma, volviéndose parte de él.
Sin embargo, está esa regla, la que a Steve se le ocurrió esa noche. Bucky arruga la cara pensando en ella. Detrás de él Teresa aleja sus manos de nuevo, ahora trabajando en acondicionar su cabello.
“Lo siento, milord. Eso fue... ¿demasiado fuerte?”
“Oh. No. Lo haces bien, Teresa.”
Ella vuelve a su trabajo, y Bucky vuelve a pensar en la regla de su esposo. Su regla, en realidad. Steve ha amenazado con esconder los dulces, que parecen haberse multiplicado, en la casa si no la sigue. Bucky se quejó. Le dio a su esposo su mejor mirada de cachorro. Aún tiene la amenaza. Steve debe haberle dicho a Truvie también, pues le ha lanzado miradas de advertencia a veces cuando se ha equivocado y se ha insultado a sí mismo. Hasta ahora, hasta ahora no lo ha delatado con su esposo, y los dulces siguen a su disposición.
No es tanto que sea una regla mala, en cuanto a reglas se trata. Solo que es una regla. Tiene una regla que debe seguir. Una regla. Solo era cuestión de tiempo. Es lo que se dice a si mismo. Como trata de verlo. Lidiar con ello. La idea, sin embargo, cuando llega, lo hace pensar en lo que Alexander le dijo, sobre no ser capaz de vivir así por el resto de su vida. Bucky no sabe. Simplemente no sabe. Esta regla no es mala. Probablemente es buena para él. ¿Qué tal si la que sigue no lo es?
“¿Quería verme, Lord Barnes?”
Bucky sonríe con el sonido de la voz de Truvie. Pero no puede verla, no con Teresa enjuagando su cabello.
“Así es. Gracias, Truvie.” Dice él. “Me preguntaba si podrías decirme qué esperar de Steve esta noche.”
“¿En lugar de preguntarle usted mismo a su esposo, señor?”
Bucky hace una mueca. A pesar de su mal comienzo con la ama de llaves, Truvie y él han llegado a un silencioso pero mutuo acuerdo. Él la trata con amabilidad y respeto y ella le ha estado dando tips de cómo encajar en la Casa mejor, lo cual a veces incluye puntualizar cuando él no está haciendo algo inteligente. Como no comunicarle sus dudas a su esposo. Desde un lado suyo, puede escuchar a Teresa contener una risita.
“¿Te estás riendo de mi?”
“¡No! Yo, yo lo lamento, milord, yo...”
Está tartamudeando. Preocupada. Bucky solo está bromeando, pero no debe tener mucha experiencia con ser molestada, aunque de forma juguetona, por gente de Sociedad. Bucky se siente mal.
Antes de que pueda calmarla, Truvie pone una mano en su hombro y dice. “No hagas caso a Lord Barnes, querida. Es un sol. En serio.Al menos en eso la Sociedad no mentía.”
“Ella tiene razón.” Dice Bucky. “Bueno, no sé respecto a lo de ser un sol. Pero no debes preocuparte por mí. Solo estoy jugando contigo.”
Alivio pasa por el rostro de Teresa con su sonrisa mientras guía a Bucky a sentarse, pasando una toalla por su cabello. Al mismo tiempo, el hombre que ha estado trabajando en sus manos empieza con sus pies.
“Así que quiere saber lo que debería esperar esta noche.” Dice Truvie, y ahora que está sentado derecho, Bucky puede verla. “Imagino que estará más que nada preocupado porque usted se divierta.”
“Pero...” Bucky suspira. “Steve usualmente no se queda a estas cosas, ¿verdad? ¿Llega y se queda un rato y luego se va?”
“Así es. Las multitudes lo ponen ansioso. También las entrevistas en vivo y los lugares ruidosos. Prefiere escenas íntimas y compañía personal, lugares tranquilos. Lo mantiene cómodo.”
“Hm.” Hay miles de pensamientos pasando por su mente. Pero no puede dar voz a ninguno. “Gracias Truvie.”
“¿Hay algo más que necesite, Lord Barnes?”
“No. Eso es todo.”
“Muy bien, milord. Dejaré su traje para usted en su recámara.”
“Muy bien. Gracias, Truvie.”
Se marcha, y en lo único que puede pensar Bucky es en este matrimonio y como está condenado a la miseria. No hay manera de que funcione. Steve y él son dos personas completamente diferentes.
Pero te gusta Steve. Le recuerda su corazón.
Sí. Creo. Un poco. Pero…
Pero Steve se levanta al amanecer para correr por al menos una hora. Bucky duerme hasta el último segundo. Steve prefiere frutas y vegetales, no tanto por gusto dada su historia con las enfermedades, pero Bucky podría comer un almuerzo entero de chocolate, pastel, postres, helado, azucar, hasta que su estómago estalle y luego culpar a la comida. A Steve le gusta la cerveza fría. A Bucky le gusta el vino y el licor y las bebidas preparadas con sabores añadidos.
Deja de ser quisquilloso. Lo reprende la lógica.
Lo siento. Tienes razón.
Aun así, Bucky sale a bailar. Steve se queda en casa a tener una noche tranquila. Bucky quiere divertirse. Steve quiere paz. Bucky se queda o se va, pero le gustan los reflectores. Steve los evita cuando puede hacerlo.
La emoción de Bucky por los próximos eventos de esta noche se está desvaneciendo. Quiere llorar de nuevo, del mismo modo que el día de su boda.
¿Cómo puede funcionar esto? ¿Cómo haran que esto algún día funcione?
***
Treinta minutos después, Bucky se para frente al espejo de cuerpo entero de tres piezas de su recámara. Teresa está de pie detrás suyo y pasa la mano por su hombro derecho para aplanar su manga.
“Lord Rogers tiene excelente gusto.” Comenta ella.
Bucky sabe a lo que se refiere. Steve compró el traje para él para esta ocasión. Camisa blanca de botonadura—seda, muy suave, sin abotonar por completo—chaleco negro, chaqueta aún más oscura, el traje y el cuello de la camisa ambos largos y grandes, con costuras grises. Pantalones a juego. Zapatos cómodos y pulidos. Pero no puede evitar jugar. Espera que ella esté captando ya su humor.
“¿En ropa o en hombres?”
Ella sonríe. “¿En ambos?”
Bucky ríe. “Buena respuesta.”
“Bueno,” Le arregla el cuello una última vez. “Creo que ya está listo, milord.”
Tomando un minuto para dar unas vueltas, Bucky admira su reflejo en el espejo. Teresa ha hecho un excelente trabajo en arreglarlo. Con el cabello peinado hacia un lado, brillante y suave, no grasiento, se siente bien pasarle los dedos. Teresa le aleja los dedos con un manotazo. Bucky sonríe. Al menos la ha hecho sentir lo bastante cómoda para hacerlo. No lo ha rasurado del todo. Su piel no está suave de la forma en que lo ha estado en el pasado. Hay algo de barba en ella, no mucha, solo suficiente para ser vista.
Una... barba de diseñador. Su piel decide.
Bucky ríe. Suena bien.
“¿Le satisface cómo está todo, milord?”
“Así es.” Barba y todo. “Tendrás mis recomendaciones.”
También le dará una propina, o bueno, técnicamente, Steve lo hará, pues lo que gana Bucky va y le pertenece a Steve ahora. No hay nada que su esposo pueda hacer al respecto. Le ha dado a Bucky acceso a la cuenta, darle su propina a Teresa no es problema. La recomendación es más importante para ella. Bucky está casado tan bien en Sociedad que su palabra puede significar mucho trabajo bueno para ella.
“Gracias, milord.” Responde ella, con una gran sonrisa complacida en su rostro. Aliviada. Incluso sorprendida. Está empacando sus cosas, preparándose para irse, cuando alza la vista y le dice, “Perdone si está fuera de lugar lo que diré, señor, pero... Creo... Creo que usted y Lord Rogers han sido los mejores clientes con los que he trabajado.”
“No está para nada fuera de lugar, Teresa. Gracias.”
“Él...” Teresa duda, como si estuviese segura de que lo próximo que diga sí estará fuera de lugar. “Él le aprecia mucho, señor.”
“¿Quién?”
Parpadea. Inclina la cabeza hacia un lado. “Lord Rogers, señor.”
Bajando la cabeza, Bucky siente su rostro tibio por el sonrojo. “Oh, ¿en serio?”
“En serio, milord. Prendado, creo que es la palabra. Es lindo. Creo que será feliz si se lo permite.”
Bucky alza la cabeza de nuevo, y ella se muerde los labios. Se da cuenta de que ha ido demasiado lejos con la familiaridad.
Tal vez tiene razón. Su intuición le dice.
Cállate. No vamos a hablar de esto.
“¿Estás casada, Teresa?”
Ella ya no lo ve. “N-no, milord. Pero mi amiga, Evelyn, y yo, hemos hablado. Sobre cortejarnos.”
Y así nada más, Bucky está celoso. Celos instantáneos. De esta mujer que fue contratada para servirle, a quien puede hacer o deshacer con algunas cuantas palabras. Ella no sabe. Ella no entiende. No quiere decir que no pueda tener razón.
Bucky avanza hacia ella, se inclina. Besa su mejilla. “Tienes mis recomendaciones, Teresa. Buena suerte con tu amiga.”
“Yo...” Luce un poco nerviosa, pero se recupera lo suficiente para decir, agregando la reverencia de cabeza apropiada, “Muchas gracias, milord.”
Como aún tiene que guardar algunas cosas más para marcharse, Bucky va al encuentro de Steve. Está esperando por él en la salita de estar. Ahora que está listo, arreglado, bañado en aceites especiales y perfumados, se está emocionando de nuevo. Con una sonrisa, se contiene para no bajar corriendo el resto de los peldaños.
Bucky casi se cae de ellos cuando ve a Steve. Está parado cerca de la mesa, con una mano en la cintura, la otra gira un lápiz. Su esposo tiene muchos lápices. En sus manos, en sus bolsillos, tras sus orejas. También tiene muchos cuadernos, no solo el que tenía en la casa de campo. Steve escribe mucho en ellos, tal vez esa es la razón por la que siempre carga un lápiz. Pero eso no es lo que hace que Bucky pierda el piso.
La causa es como luce Steve. Y como luce es increíble en ese traje. No es tan formal como su traje de boda, pero diferente al que usa para ir a la ciudad a trabajar en el Ayuntamiento—lo cual ha hecho otras tres veces para ir con Bucky en el auto. Es chic, moderno incluso. Camisa blanca bien planchada--con el primer botón sin cerrar—sin chaleco o fajín, el saco negro lo bastante corto para que las mangas de su camisa asomen. Lleva un moño en el cuello, pero no está hecho, solo es un trozo de seda delgado por el momento. En vez de un reloj de bolsillo, Steve tiene uno en su muñeca. A diferencia de Bucky, su rostro está completamente liso, pero su cabello está peinado similar al suyo. Teresa los arregló a ambos, y parece que se preocupó en hacer que sus estilos se complementasen.
Steve se lleva el borrador del lápiz que ha estado girando hacia sus labios. Lo aprieta con ellos. Absorto en sus pensamientos.
Adoras a Steve absorto en sus pensamientos. Sus ojos puntualizan.
¿Acaso no pueden guardarse sus opiniones a veces?
Bucky suspira y el sonido es suave pero debe ser lo bastante fuerte para llamar la atención de Steve, pues alza la vista. Con el borrador aún en sus labios, sonríe. Los pulmones de Bucky olvidan cómo tomar oxígeno. Steve se acerca al pie de la escalera y alza la mirada.
“¿Bucky?” Dice su nombre con cuidado, como si necesitara sostenerlo suavemente. “¿Está bien? ¿Vienes?”
Claro. Tan pronto como recuerde cómo caminar. Se burlan sus piernas.
Vamos. Muévanse para mi.
Sus piernas se apiadan de él y dejan a Bucky sentirlas de nuevo. Cuando el sentimiento regresa, baja el resto de los escalones y se detiene en el último, quedando a la altura de Steve.
“¿Estás bien?” Pregunta Steve apenas llega ahí.
“Mhmm,” sonríe Bucky. “Te ves bien. ¿Vas a salir con eso desatado?”
Bucky toca el fondo de su moño sin hacer. Steve baja la vista hacia él y luego de vuelta a Bucky, su rostro luce avergonzado.
“Estaba muy apretado. Tengo que, uh, pedirle a Truvie que lo vuelva a hacer para mi.”
Bucky ríe. “¿Qué no sabes anudar un moño?”
Hace un ruido avergonzado con la garganta y no lo mira a la cara cuando responde, “No. No sé.”
“Ha. Mírate. Caballero de Alta Sociedad. Ni siquiera sabe anudarse el moño.” Bucky hace un ruido de desaprobación y sonríe juguetón. “Ven aquí, esposo.”
Steve avanza hacia él y Bucky alza tanto el mentón como el cuello de su esposo, luego con cuidado, con dedos expertos y talentosos, le anuda el moño. Termina rápido, asegurándose de que esté alineado con el cuello y no muy plano.
“¿Está bien?” Le dice a Steve, aun revisando el moño. “¿No muy apretado?”
“Perfecto.”
Hay una sonrisa en su voz. Una grande. Tan grande que hace que Bucky quiera verlo. Por supuesto, la sonrisa está ahí.
“¿Qué?”
“Nada.” Steve ríe y roza el mentón de Bucky, luego su mejilla, pasando sus dedos por la breve barba. “Me gusta esto.”
“Mm. Gracias.”
“¿Puedo besar tu mejilla, Bucky? ¿Ver cómo se siente?”
Se contiene para no rodar los ojos juguetonamente. “Sí. Sabes que no tienes que preguntar, ¿verdad? ¿Cómo jefe de la familia?”
“Lo sé.” Steve se inclina hacia adelante, hace lo que Bucky dijo que podía hacer. Presiona sus labios contra la mejilla de Bucky. Húmedo. Tierno. Familiarizándose. “Pero como tu esposo, seguiré preguntando hasta que estés cómodo con que lo haga sin preguntarte. Y si nunca estás cómodo, nunca dejaré de preguntarte. ¿Trato hecho?”
Bucky contiene un gemido. ¿Cómo es que Steve hace eso? ¿Eso que hace que se sienta débil por todo el cuerpo? ¿Decir cosas buenas? Cosas perfectas.
“Trato hecho.”
“Bien. ¿Listo?”
Bucky sonríe y asiente. La emoción abunda en él. “Sí.”
Sonriendo de vuelta, Steve mueve la cabeza hacia la entrada y ambos se dirigen hacia allá, se ponen sus abrigos y sombreros, y salen de la casa.
Cuando el auto se estaciona en una línea con el resto de los autos para llegar al frente del nuevo club nocturno, el nombre HYDRA parpadeando en la marquesina, el estómago de Bucky salta de alegría. Ya puede alcanzar a ver los focos de las cámaras brillando, escuchar el murmullo de la multitud que se hará más fuerte entre más se acerquen, cabezas de gente que hace fila para echar un vistazo a la sociedad. Gente a la que saludará y les lanzará besos.
Bucky está tan distraído por lo que está fuera de la ventana que casi olvida que no está solo. A su lado, escucha a Steve inhalar profundamente. Al verlo, se sorprende de ver que su esposo tiene los ojos cerrados con fuerza. Como en una pesadilla. Tratando de mantener monstruos y fantasmas lejos. Su cuerpo está tenso, sus manos apretadas y temblando.
“¿Steve? ¿Estás bien?”
“Sí, estoy bien.”
Está mintiendo. Dicen sus oídos.
Lo sé.
“No estás bien. Por favor dime.”
Steve abre un ojo, ve a Bucky con él y luego abre el otro, suspirando.
“Miedo.” Admite. “Esto me pone nervioso. Las cámaras, preguntas, gente. Yo... um.” Traga saliva con dificultad, se talla los ojos y aprieta los puños de nuevo. “Estaré bien,”
Truvie no exageraba.
“¿Qué es lo que haces usualmente?” Pregunta Bucky. “¿Para calmarte?”
“Um, bueno, yo sólo...” Duda, estira los labios, pero alza los puños, los abre, los cierra de nuevo. “No lo sé.”
“Wow, Steve. Déjame ver eso.”
“¿Qué?”
Steve deja que Bucky tome su mano derecha y Bucky pasa sus dedos por su palma abierta, sobre las lunas crecientes marcadas en su piel. El estómago de Bucky da giros. Su esposo está tan nervioso que aprieta los puños tan fuerte que deja marcas en sus manos.
“No, Steve, ya no vas a hacer esto. Detente. Ahora.”
“Bucky, no me duele.”
“¡No, Steve!” Le interrumpe Bucky. “No lo tienes permitido. Hacer eso.”
“Pero...”
“¡No!”
Steve baja la cabeza y abre los puños. Por primera vez desde que está casado con él, Bucky se siente más grande que su esposo. Es como si Steve de pronto se hubiese encogido a la mitad de su tamaño, a ese pequeño que conoció en la Gala de Año Nuevo. Pero se están acercando al club, y Bucky ha tomado su único modo de relajarse. No está seguro de por qué Steve le ha escuchado. No tiene razón para hacerlo. Y Bucky no debería de hablar así a su esposo y salirse con la suya. Le alegra haberlo hecho. Bucky no quiere que Steve haga algo que le cause daño, sin importar qué tan leve pueda ser.
Cuando se acercan más, casi para llegar a la entrada, los ojos de Steve ven frenéticos por la ventana.
“¿Bucky...?” Dice en un gemido.
“Bien...” Bucky necesita pensar rápido. “Bien. Esto es lo que haremos. Yo responderé las preguntas. No las que te hagan a ti. No lo tengo permitido. ¿Eso está bien?” Steve asiente. Ya están en la entrada, el auto se estaciona, Stiles se acerca a abrir la puerta. “Bueno. Y ten.” Le acerca su mano derecha, luego lo piensa mejor y le ofrece la izquieda. “Aprieta tan fuerte como quieras. No la romperás.” Todo pasa rápido, pero Steve luce como si fuera a llorar. Lágrimas buenas. Felices. Honradas. “No llores ahora, ¿sí?” Le dice jugando. “Y no preguntes. La respuesta es sí.”
Steve sonríe mientras toma su mano de metal por primera vez y se inclina para besarlo.
Pasan por aquel circo bastante rápido, pasando entre la gente más rápido de lo que Bucky lo haría normalmente. Como lo prometió, Bucky toma todas las preguntas pensadas para los recién casados.
Sí, la vida de casados nos está tratando bastante bien. Un cambio, sin duda. Necesito discutirlo con mi esposo, pero es posible que nos presentemos a más eventos. No hemos hablado sobre herederos aún, tal vez podamos empezar con un perro, o un gato primero.
La prensa les pidió ver un beso. Bucky asumió que Steve simplemente lo haría. Pero sus ojos aún pedían el permiso que juró pedirle hasta que fuera necesario. Bucky se lo dio. Se besaron. Luces brillaron, la gente vitoreó, sonrieron para las cámaras.
Steve tenía una pregunta que sólo él podía responder. ¿Qué se siente estar casado con el más dulce de la Sociedad? Dulce, por supuesto. Se rieron. Bucky rió también. No entiende por qué Steve está tan nervioso. Parece tan natural. Pero sigue apretando su mano de metal fuertemente con la propia, incluso cuando son llevados a su mesa en la sección VIP.
Están en el segundo nivel, mientras que la entrada general, una gran fila alrededor de la manzana esperando por su oportunidad de entrar, estará en el primero.
Los asientos aquí arriba están todos separados. Grandes y cómodos asientos alrededor de las mesas, ya adornadas con aperitivos y vino helado—blanco y rojo y rosado. Grandes candelabros cuelgan de los techos. Grandes piezas con cristales de gota y focos en forma de flamas cubiertos de cristal, todo rodeado de trabajo metálico. Está más iluminado que otros sitios como este. A Bucky le agrada. También le gustan los grandes relojes en las paredes. Varios de ellos. Con grandes engranes girando al mismo tiempo para dar la hora.
Alguien le toca el hombro a Bucky, alejándolo del escenario de tres niveles donde la banda se está acomodando. Es Steve, y le sonríe ampliamente. Le ha devuelto su mano.
“¿Te sientes mejor?” Pregunta Bucky.
“Sí. Gracias.” Luego señala algo a su derecha. “Mira.”
Bucky mira. Al principio no está seguro de qué se supone que debe ver. Hay bastantes cosas. Empleados corriendo, gente hablando, fumando, riendo. Luego los ve. A tres mesas de distancia. Natalia, Clint y Maria. Bucky se ilumina. Puede sentir su cuerpo entero avivarse y salta del sofá en el que está. Incluso da un paso adelante.
“Uh...” Se detiene y se gira hacia Steve. “Lo siento. Quieres...” No. Dirá que si incluso si es solo para complacerlo. “Me gustaría que los conocieras. ¿Vendrías conmigo?”
Steve sonríe, y Bucky se pregunta si le alegra que haya preguntado. “Claro.”
Más emocionado que nunca, Bucky se mantiene algunos pasos delante de Steve y avanza hacia sus amigos, todos de espaldas hacia él. Tan pronto como está lo bastante cerca, rodea a Natalia con sus largos brazos. La asusta, lo sabe por la forma en que salta ligeramente, así que se aleja antes de que pueda lastimarlo, lo cual ha hecho en el pasado sin saber que era él.
“¡Bucky!” Grita, seguida de Maria e incluso Clint.
“¡Hola!” Dice, tanto con voz y manos. “¿Sorprendidos?” Bucky recibe un puñetazo en el brazo de parte de Natalia. “¡Hey, ouch! ¿Y eso por qué fue?”
Ella se aferra al chal color crema alrededor de sus hombros. “Por no decirnos que ibas a venir.”
Bucky se frota el brazo, con la boca abierta, y ve hacia Clint buscando ayuda. Pero Clint se encoge de hombros.
“Hey, ya deberías saber cómo es.”
Frunce el ceño y ve a Maria. Y es golpeado igual de fuerte.
“¡Ay, por favor! ¿Ni siquiera puedo recibir un hola?”
“Hola.” Maria tuerce los labios, juguetona. “Mírate, Bucky. Te ves muy elegante esta noche.”
Antes de que pueda responder, los tres se levantan y bajan la cabeza una vez. Bucky no está seguro de qué hacen hasta que ve por sobre su hombro, ve a Steve de pie detrás de él. Su esposo, de status más alto que el de ellos. Técnicamente él lo es ahora, también, pero esta cantidad de ceremonia es algo que ellos saben que él nunca esperaría de ellos. No cree que Steve lo espere tampoco, pero no es algo en lo que quieran arriesgarse.
Ahora todos están de pie. En silencio. Incómodos. Esperando que algo pase. En cuanto a Status, es decisión de Steve. Ninguno de los amigos de Bucky debería hacer algo sin que Steve se mueva primero y Bucky no puede hacer nada sin el permiso de su esposo. Pero Bucky sabe que Steve lo está esperando a él, porque socialmente, Steve está nervioso. No lo parece, no con esa mirada abierta y placentera, pero lo está. Sus manos están abiertas, pero parece que está luchando por mantenerlas así. Tieso y rígido, temblando debido a ello. Todo porque Bucky le dijo que lo hiciera.
¿Vas a hacer algo o qué? Su cerebro le grita.
Yo... ¿qué?
¿Por qué no los presentas?
“Yo...” Se queja y mueve la cabeza. “Wow. Soy tan idiota.”
Bucky está a punto de presentar a Steve con sus amigos, presentar al hombre con el que ya está casado, con las tres personas que significan casi tanto para él como su –anterior—familia, cuando Steve se inclina hacia él y carraspea justo en su oído. Lo espanta. Se vuelve hacia su marido. Steve lo mira divertido. Pero intensamente.
“¿Qué?” Pregunta, y luego cae en cuenta de lo que acaba de decir Soy tan idiota. Abriendo los ojos, Bucky exclama. “¡No! Steve, yo... ¡Steve, fue un accidente!”
Esa mirada sigue en todo el rostro de Steve. Divertida e intensa. Toda la tensión de estar en un lugar ruidoso y lleno de gente parece haber desaparecido y sus brazos están cruzados perezosos sobre su pecho. El Steve público, ansioso e incómodo se ha ido, dejando ver a Bucky al Steve privado, seguro y confiado. Es como si todos a su alrededor se desvanecieran. Están en la salita de día, solo ellos dos, y Steve le ha atrapado rompiendo la única regla que tiene. Steve alza las cejas, acerca un dedo a su oído.
“¿Qué dijiste? ¿Que eres un qué?”
Bucky echa la cabeza hacia atrás. “¿Lo siento?”
Steve ríe. “Mhm.”
“Lo... ¿hablaremos después?”
“Sip.” Steve sonríe y señala a los demás, los demás que de pronto reaparecen. “¿Querías presentarnos?”
Bucky tiene que contener la sonrisa antes de ver a sus amigos. Steve lo ha hecho de nuevo. Decir las palabras perfectas. Bucky se siente cálido por todo el cuerpo.
“Um, amigos, me gustaría presentarles a mi esposo...” Bucky hace una pausa con sus palabras y sus manos. No está seguro de cómo llamarlo. “Uh... Lord... ¿Rogers?”
“... Necesitamos hablar más.” Steve dice para sí mismo, no decepcionado de Bucky sino de él mismo. “Steve.” Aclara. “Soy Steve.”
“Bueno.” Bucky asiente. “Él es Steve. Steve, te presento a Natalia de Casa Romanov, Maria, de Casa Hill y Clint, de la Casa Barton.”
Todos asienten de forma apropiada cuando son nombrados. Steve luce algo incómodo con la cantidad de respeto mostrado hacia él, pero lo acepta y sonríe de vuelta a todos ellos. Toma un minuto para decir algo y cuando lo hace, habla despacio, y sorprende a Bucky cuando usa sus manos para hacer señas. Se equivoca un poco, no tiene gracia o elegancia, pero lo hace.
“Es un placer conocerlos a todos.”
Clint sonríe ampliamente. Es raro que la gente sepa señas, especialmente en Alta Sociedad. No hay razón para aprender. Si alguien con la discapacidad de Clint, como se le llama en Sociedad, quiere demostrar que no es una carga y ser aceptado, debe demostrarlo. Aprender a comunicarse efectivamente. La mayoría de la Casa Barton ni siquiera habla en señas con Clint. De modo que cuando Steve lo hace, Clint empieza a hablar en señas sin darse cuenta. Pero Steve claramente no sabe lo suficiente para entenderle y mira a Bucky como pidiendo ayuda. Bucky ríe. Entendiendo lo que ha hecho, Clint se detiene, luego señala que lo lamenta. Steve entiende eso y asiente.
“Dijo que no esperaba que supieras hablar en señas. Piensa que es genial que puedas.” Bucky frunce el gesto. “Yo tampoco sabía que podías.”
“¿Recuerdas a ese niño? ¿El que te dije que tenía aparatos auditivos?” Claro. Se refiere a él mismo. “Sus padres pensaron que era buena idea que aprendiera. Al menos un poco. Yo también aprendí un poco.” Steve les sonríe a todos de nuevo. “Pero los dejaré para que se reencuentren. ¿Tal vez puedan venir a cenar algún día?”
“Espera...” Bucky niega con la cabeza. “¿Te marchas?”
“No me marcho. Solo vuelvo a nuestra mesa. Quieres estar con tus amigos.”
Es cierto. Bucky sí quiere estar con sus amigos... y solo sus amigos. La cosa es que, una pequeña parte de él quiere que Steve los acompañe. Ahí está el conflicto de nuevo. Bucky se hace a un lado, un poco lejos de los demás con él.
“Yo... No es que...”
“Está bien, Bucky.” Le asegura Steve, a punto de tomar su brazo izquierdo y luego tomando el derecho al final. “Entiendo. Yo cambié tu vida. No tomaré personal el que quieras pasar tiempo con tus amigos. Ve. Diviértete. Yo te digo que lo hagas.” Lo hace levantar el rostro. “Como tu esposo. ¿Está bien?”
Bucky ríe. Vaya forma de Steve de usar eso.
“Bueno. Bueno. Gracias, esposo.” Obteniendo una sonrisa de él, dulce, como chocolate, Bucky vuelve a sentarse con sus amigos, se detiene un momento y añade, “¿Steve? Tú... No cambiaste mi vida. Es... ¿la vida ahora? No es tan mala.”
Le da poca oportunidad a Steve de responder y se sienta en el espacio al lado de Natalia. Ellos siguen de pie.
“Siéntense.” Les pide. “Por favor. Adelante. Bombardéenme.”
“¡Te gusta él!” Grita Natalia mientras se deja caer a su lado. Está sonriendo de oreja a oreja, su sonrisa de gato Cheshire.
“¿Qué?” Se sienta derecho. “Claro que no.” Todos lo ven raro, dudando su respuesta. “¡No me gusta!”
“¡Claro que sí!” Insiste Maria. “Debiste ver tu cara cuando los dos hablaban hace un momento. Antes de que nos presentaras. Muy tierno.”
“¡Cállense!” Bucky se cubre el rostro. “Son unos mentirosos.”
Clint le quita las manos del rostro. “Sabes que tienen razón. Te veías muy adorable.”
“Oh vamos, ¿tú también?”
“Está bien, ¿sabes? ¿Que te guste tu esposo? Incluso es bueno.”
“Oh, sí, lo sé.” Bucky tuerce los labios, niega con las manos. “No es que no me guste. Me gusta. Solo que no de la forma en que ustedes dicen.”
“Sí, chicos.” Dice Natalia, pasando su mano por la espalda de Bucky de arriba abajo un momento. “Excepto que sí te gusta así.”
Bucky se queja y se deja caer en su regazo. Ella ríe, pasando sus dedos por su cabello. Ninguno de ellos dice nada al respecto, ni siquiera Clint. No hay nada entre ellos, no desde que eran niños, nada más que comodidad, un roce familiar y un aroma. Tal vez esto deba cambiar cuando Natalia y Clint se casen, tal vez deba cambiar ahora pues Bucky está casado con Steve, pero se siente demasiado bien para moverse.
“¿De qué estaban hablando?” Pregunta Maria.
“¿Antes de que los presentara?”
“Ah ha.” Natalia ríe. “Tenías esa cara de Bucky-hizo-algo-malo-por favor-perdoname.”
Bucky bufó. Ella lo conoce demasiado bien. “Yo, um... aw demonios.”
“¿Qué?” Le pellizca el costado.
“¡Ay!”
“Dinos.”
Cuando sus dedos se mueven a su costado de nuevo, Bucky chilla, “¡Rompí mi regla!”
Clint estira la mano y le toca el hombro. “¿Qué dijiste?”
“Rompí mi...” Suspira. “No eres gracioso.” Clint entendió lo que había dicho. Solo quería que lo dijera de nuevo.
“¿Y qué regla es esa?” Pregunta Maria.
“Me alegro de que le encuentren el humor a esto.”
“Si fuera serio, no lo haríamos.” Le promete, palmeando su pierna. “Pero ambos se veían demasiado tiernos para que fuera algo muy serio. Incluso felices. ¿Cuál es tu regla?”
Bucky gimotea a modo de queja. Pero lo molestarán hasta que se los diga, justo como él lo haría con cualquiera de ellos.
“Yo...” Sus dedos se mueven con torpeza mientras trata de murmurar y hacer señas. No sabe por qué murmura. Todos pueden leer sus dedos perfectamente. “No tengo permitido decir nada malo de mi mismo.
Hay un momento de silencio. Seguido de un ataque de risa de sus tres amigos. Bucky suspira, con la cabeza aún el regazo de Natalia, mientras todos se burlan de él.
“Wow. De verdad te gusta.” Decide Maria.
“Cómo... ¿Cómo llegaste a esa conclusión?”
“¿Quién más sabe que no eres el bobo arrogante que pretendes ser?” Pregunta Natalia.
“¿Nosotros? ¿Rebecca?”
“Pues ahora también Steve.” Añade Clint.
“¿Qué?” La voz de Bucky se escucha quebrada de nuevo. “Qué estás...”
“Te comportas como tú mismo con él. Al menos un poco.” Dice Maria. “Si te estás insultando a ti mismo.”
“Eres demasiado inseguro, Bucky. Demasiado duro contigo mismo.” Añade Clint. “Te lo decimos todo el tiempo.”
Natalia bufa. “Sí, y lo cubres actuando todo rudo y cool.”
“Cuando todos sabemos que eres tan rudo como un oso de peluche.” Se burla Clint. “Steve debe ver eso. Lo suficiente para haber hecho esa regla.” Se encoge de hombros. “Me suena a que te gusta.”
La banda ya está en su sitio. Comienza a tocar. Sólo música, sin palabras. Swing, rápido, pateado y divertido. Bucky quiere levantarse y bailar.
¿Por qué? Pregunta su corazón. ¿No quieres escuchar a tus tres conciencias?
Ignora ese comentario.
“Vamos.” Dice, tomando la mano de Natalia y levantándolos a ambos. “Vamos a bailar.”
“Oh, ¿en serio?”
“Así es. Los supero a todos en rango ahora y yo digo que vamos a bailar.”
“¡Oh!” Maria ríe y tuerce su dedo lo suficiente contra su costado para hacerlo reír. “Miren quién ya está usando su rango en nuestra contra.”
“¡Está bien, está bien! Lo siento. ¡Solo vamos a bailar!”
No hay otro argumento al respecto mientras ríen y avanzan a la pista de baile. La única razón por la que no busca a Steve mientras se van es para evitar que sus amigos lo molesten más.
~~
La cerveza entibia el vientre de Steve. Con sabor a otoño, especial para la temporada. El sabor aún está en sus labios. Podría pedir otra, aunque seis vasos vacíos llenan ya su mesa. En la planta baja, su esposo está bailando, lleva tres horas seguidas, pausando solo unos minutos para hablar, beber, ir al baño. Una nube de humo flota sobre la gente en la pista. Chicas con cigarros cargan sus bandejas y hacen sus ventas, lo cual causa el humo. Steve se sorprende de ver a Bucky encender unos cuantos. Bucky se ha quitado su saco y chaleco. Los primeros botones de su camisa están sin abotonar ya. Sudor brilla en su pecho, sobre su frente. Sonríe, ríe, mientras su cuerpo se mueve con fluidez por la pista, tomando el control de esta, volviéndose su dueño y de los cuerpos con los que se mueve. No ha vuelto una sola vez.
Steve ve a la mesera y alza su vaso vacío. Ella sabe lo que ha estado bebiendo y asiente, corriendo a traerle otra. No está enfadado, ni molesto. No lo está. Quiere que Bucky se divierta. Le gusta verlo bailar, ha tenido que removerse unas veces en su sitio porque le ha gustado demasiado. El cuerpo de Bucky es largo y delgado, liso y tentador, sabe cómo moverse y cuándo. No como el de Steve. El de Steve siempre es demasiado de algo. Demasiado pequeño cuando era más joven, huesudo, tan angular que incomodaba a la gente—un monstruo, pensaba él. Demasiado grande ahora que es mayor. Grande y torpe. No siempre puede hallar el piso para evitar caer por culpa de sus propios pies o los de alguien más.
Pero está sintiendo algo. Celos, tal vez. Celos de la gente alrededor de Bucky que puede compartir esta noche con él. Justo a su lado. No de lejos. Steve sabe que no tiene derecho de sentirse así. Él es quien se va a casa con Bucky. Con el hombre que realmente no quiere ir a casa con él. No es que el sentimiento sea justo, especialmente esta noche. Bucky no solo insistió en que Steve dejara de apretar sus manos--¡No! ¡Steve, no tienes permitido hacer eso! Dijo—le dejó sostener su mano de metal en lugar de eso. Su esposo ha estado preocupado por él, lo suficiente para poner sus propias inseguridades de lado para ofrecerle consuelo. Steve de verdad pensó que iba a estallar de júbilo justo ahí en el auto. Si hubiese espacio, se habría arrodillado y agradecido a Bucky por tal honor. Como si no fuese suficiente, Bucky le dijo que su vida no era tan mala. Un inicio. Es al menos un inicio.
La mesera le entrega a Steve su cerveza fresca. Le agradece, toma un gran sorbo. Se siente bien, que más de ella pase por su garganta, entibiándola de nuevo, encendiendo su interior. Calla algo del clamor que lo rodea, aunque sea por un momento. Cuando la baja, manteniendo el vaso firmemente en su mano, los ojos de Steve encuentran a Bucky de nuevo de inmediato. No es difícil de encontrar. Tal vez Steve solo busca demasiado.
Dos manos golpean sus hombros, con bastante fuerza para descolocarlo un poco.
“¡Te vas a lastimar viendo tan fuerte, grandote!”
Steve ríe. “No tengo idea de lo que estás hablando.”
“Ni idea, ¿eh?” Rodea el sofá y le obstruye la vista de Bucky a Steve. “Entonces no creo que te moleste si me paro aquí, ¿verdad?”
“Eres una molestia, Tony, ¿sabías?”
“¡Ya lo sé!” Tony alza su copa—Martini, dos aceitunas en su palillo aún dentro—y le sonríe ampliamente. “¡No me dijiste que vendrías!” Está gritando un poco más de lo necesario. “¿Por qué?”
“¿Tal vez para evitar verte?” Dice Steve en broma.
“¿Evitar verme? ¿Por qué alguien querría evitar verme?”
Steve ríe. Tony, anteriormente de la Casa de Stark, ha tomado apenas recientemente el negocio de Howard Stark. Trabajan directamente en conjunto con el Buró Militar. Una de las primeras decisiones de Tony fue un movimiento muy poco convencional e igualmente poco popular de dejar de fabricar armas para ellos, y en vez de eso trabajar en eficiencia energética. La idea inicialmente golpeó a las Industrias Stark, pero les ha ganado mucho mejor status desde entonces.
La Casa Stark es la más rica del país. La Casa de inventores, los más grandes del mundo, algunos dicen. Tony siempre está hablando de algo, la mayoría del tiempo nadie sabe de qué.
“No lo sé, Tony, no lo sé.” Steve ríe.
Tony, como siempre, está vestido muy extravagante. Con un largo traje de doble cola, camisa con vuelos, un fajín de morado brillante, un sombrero de copa alto, y para rematar, lleva un bastón pulido--un diamante, tal vez real, tal vez falso, en la parte de arriba--y un par de lentes tintados de amarillo descansan sobre su nariz.
Gira su bastón una vez antes de girar dramáticamente él mismo, las dos colas de su chaqueta se mecen mientras lo hace, y se deja caer al lado de Steve. Sus brazos estirados mientras descansa sus manos en el bastón innecesario, le sonríe estúpidamente a Steve.
“¿Y cómo está tu bola con grilletes?”
Steve revolea los ojos. “No lo llames así.”
“Lo siento. Pero en serio, ¿cómo te trata la vida de casado? ¿Estás bien, grandote?”
“Estoy bien. Hasta ahora. Nada qué reportar.”
Tony lo codea. “¿Nada? ¿Al menos ustedes se están llevando bien? Digo, sé que te echa a andar y todo. A juzgar por la baba que tienes ahí...”
Hace ademán de limpiar la saliva inexistente del mentón de Steve. Ojalá sea inexistente. Steve le da un manotazo.
“Bueno ya, cálmate.” Suspira Steve. “Sí, nos estamos llevando bien. La mayor parte del tiempo.”
“¿La mayor parte del tiempo? Vamos, grandote, ¡eres el líder! ¡Lidera! ¡Toma las riendas! ¡Mira a mi líder!”
“¿Qué hay de tu líder?”
Tony echa la cabeza hacia atrás en el sofá tras él hacia Pepper Potts, su esposa y jefa. Está parada tras él, con el cabello peinado elegantemente, con un sedoso vestido de noche, y un estilo completamente relajado, muy diferente a lo que Tony lleva puesto.
“¿Mi líder?” Tony repite. “Maravillosa. Amable. Bella. Inteligente. Todo lo que un tipo como yo necesita.”
“Mm.” Ella rueda los ojos, se inclina hacia adelante y lo besa. “Déjate de zalamerías. Hola Steve.” Le obsequia una sonrisa tan feliz, que Steve sabe que las bromas de Tony han sido perdonadas. “No esperaba verte aquí, ¿cómo estás?”
Steve se levanta. El saludo propio para una dama de Sociedad, especialmente una por encima de él, no importa qué tan frecuentemente Pepper le ha pedido que no lo haga.
“Lady Potts, siempre es un placer.” Saluda besando el dorso de su mano.
Pepper ríe. “Steve, ¿cuántas veces debo pedirte que me llames Pepper?”
“Al menos una vez más, como siempre, Pepper.”
Steve sonríe y le ofrece su sitio en el sofá, y toma la cómoda silla a la izquierda de Tony.
“Ojalá hubiéramos sabido que estarías aquí.” Le dice Pepper. “Peggy y Gabe estuvieron aquí más temprano.”
El estómago de Steve se contrae de una forma nostálgica. “¿De verdad?” No es el tipo de lugar al que vendrían. No cuando deben cuidar a Sharon. “¿Me imagino que ya se fueron?”
“Así es. Estuvieron aquí sólo por un rato.”
“¡Steve!” Grita Tony de pronto. “¿Has probado el nuevo fondue?”
“¿El qué?”
“¡Fondue! Ahí es donde vimos a Peggy y a Gabe. En la mesa del fondue.”
“¿Qué demonios es fondue?” Pregunta Steve.
“Una cosa de queso y pan. Está buena. Deberías probarla con tu nuevo esposo.”
“Hablando de eso.” Pepper niega con la cabeza en dirección de Tony. “¿Cómo está tu nuevo esposo? No lo he visto.” Alza la cabeza un poco para ver por el balcón. “¿Cómo van las cosas?”
“Van... Bueno...” Steve realmente necesita decirlo. Sacar las palabras y decírselas a alguien. “No tengo idea de qué estoy haciendo. No tengo idea de si estoy haciéndolo mal. Ni idea de si me odia. A veces dice que no me odia, otras veces actúa como si lo hiciera. Ya no tanto, pero... Es que no sé. De verdad que no sé.”
“¿Sabes qué...?” Tony toma su Martini de la mesa y se bebe lo que queda de él. “Suena a que necesitan realmente sentarse a hablar. Y que tú tomes el control de la conversación. Tú necesitas decirle lo que esperas. Tú necesitas escuchar cuáles son sus miedos. Y ambos necesitan poner las cartas sobre la mesa. Tú eres el cabeza, Lord Rogers. Tal vez es hora de que actúes como tal.”
Tanto Steve como Pepper se miran consideradamente. Pepper asiente una vez y ríe.
“Bueno, yo sé que éste a veces suena como un mandril parlante...”
“Hey... Puedo escucharte, y lo sabes.” Murmura Tony.
Pepper lo ignora. “... Pero, y odio admitirlo, en este caso en realidad tiene razón.”
Steve se queja. “Sí. Sé que la tiene. Ya hace falta. Creo que lo he estado evitando. Supongo que para evitar la incomodidad.”
Tony palmea la rodilla de Steve. “Como un curita. Arráncalo. Hazlo ya.”
“Oh, como si tú supieras.” Suspira Pepper. “Tú te casaste conmigo. Ya nos conocíamos por años.”
“Aún así me casé por encima de mi status. Un cambio muy drástico.” Tony parece bastante serio en ese momento. “No fue fácil. Pláticas de media noche. Muchas. Nuevas reglas y restricciones. Me acostumbré. Amo mi vida.” Toma el palillo con las aceitunas. “Toma. Tus favoritas.”
No son sus favoritas del todo, pero a Steve le gustan las aceitunas de los Martinis más que los mismos Martinis. Con Tony sosteniendo el palillo, las quita de éste con los dientes y sonríe mientras mastica.
“Gracias, Tony.” Dice, con la boca aún llena.
Sus ojos se mueven de vuelta a la pista. Bucky le da la espalda ahora. Parece que se ha detenido un poco, aunque el ritmo sigue siendo rápido y ruidoso. Clint, parece ser, lo empuja y Bucky vuelve a tomar el control de todo. Steve se pregunta qué le molesta. Se pregunta si se lo dirá más tarde. Tal vez si se lo pregunta.
“Es una pena tener que dejar esta plática, pero tengo que llevarme a éste a casa.” Pepper dice a Steve.
Tony se inclina hacia Steve. “Debo ir a casa.
“Tiene una junta en la mañana.”
“Tengo una junta en la mañana.”
“Tony.”
“Pepper.” Estira los labios y murmura lo bastante fuerte para que Steve lo escuche. “Voy a estar en problemas.”
Apenas salen las palabras de sus labios cuando Pepper ya lo ha tomado de la oreja. Tony sisea algo sobre abuso y maltrato y testigos.
“Lamento mucho que no te hayamos visto antes. Te habríamos acompañado.”
“Pepper, está bien. Me alegra haber tenido su compañía aunque sea un rato.”
“Siempre es un placer, Steve. Di adiós, Tony.”
“Adios, Tony.” Pepper tira de su oreja. “¡Ay! ¡Estoy jugando! Nos vemos, grandote. ¡Invítanos a cenar pronto!”
“Ugh, ¡Tony!” Pepper suspira. “No tienes modales.”
Steve ríe y los ve a ambos irse, discutiendo todo el camino, incluso cuando Tony desliza un brazo amoroso alrededor de su cintura. Se sienta de vuelta en el sofá, inclinándose hacia adelante, con los codos en las rodillas mientras bebe más de su cerveza, y busca a su esposo de nuevo.
Bucky está haciendo girar a Natasha bajo su brazo y de vuelta. Se la entrega a Clint y baila con otro hombre. Esta vez, cuando Steve se lleva el vaso a los labios, Bucky alza la vista. Sus ojos se encuentran. Está sonriendo, pero lentamente deja de bailar. La única cosa inamovible en la pista. Su mano se alza. Saluda. Steve saluda de vuelta, moviendo los dedos. Sonriendo también. Bucky respira agitado, con las manos en la cintura, y mira a su alrededor antes de volver a ver a Steve. En vez de volver a bailar, se dirige a las escaleras, subiéndolas. Steve lo ve todo el tiempo.
Regresa a su mesa por primera vez en toda la noche y se sienta en el sofá a su lado, está tan bien sentado que sus piernas están colgando del mueble. Lo hace ver directamente hacia Steve. Hay una sonrisa perezosa en su rostro. Su cabello está húmedo y su piel brilla, Bucky es un desastre, pero del tipo bueno. Del tipo que Steve quiere limpiar y a la vez estar en las mismas condiciones.
“¡Hola!” Grita, como lo hizo Tony. La música aún suena en sus oídos como si estuviera abajo, tal vez.
“¡Hola!” Steve responde, como si estuviera allá abajo con él. “¿Te estás divirtiendo?”
“Lo estaba.”
“Oh.” Steve arruga las cejas. “No pretendía molestarte.”
“¿Qué? ¡No lo hiciste! ¡Quiero decir que no quería ignorarte! ¡Lo siento!”
Steve niega con la cabeza. “No lo sientas. Te dije que te divirtieras. No lo habrías hecho conmigo allá abajo. Creeme.”
“Aw, ¿cómo sabes?” Bucky palmea su pierna. “¡Podrías haber venido a bailar también!”
“No. No... Yo...” Steve siente que las palabras salen de su boca. No tienen mucho sentido. “Yo no creo... no.”
Bucky mueve un poco la cabeza y sonríe más amplio después de echar un vistazo a la mesa.
“¿Estás ebrio?”
“¿Ebrio?” Steve niega con la cabeza. “Me atrapaste. No estoy ebrio. Tampoco sobrio. Tú tampoco.”
“Cierto. Pero no como en la boda.” Bucky inhala largamente y le mira con sus grandes ojos. “¿Baila conmigo, esposo?”
Steve necesita contener un gemido, más aún cuando Bucky se mueve, manteniendo esos húmedos y suplicantes ojos sobre él, y pone la cabeza en su regazo. Se pone mucho peor cuando hace salir su labio inferior.
“Sí recuerdas nuestro primer baile, ¿no es así?” Comenta Steve, su voz no suena tan fuerte como sabe que debería. Fallándole por el momento.
“No. Pero mis pies sí.” Alza uno de sus pies y lo ve. “¿Verdad?”
Steve vio el pie de Bucky como si de verdad esperara una respuesta.
“¿Y de todos modos quieres bailar?”
“¿Por favor?”
“Sabes que esa mirada no es nada justa.”
Bucky ríe y se baja del sofá, tomando las manos de Steve con las suyas. Tira de ellas una vez pero no trata del todo de levantarlo. Su rostro se vuelve aún más adorable.
“Estás haciendo eso a propósito.” Le acusa Steve.
“Por supuesto que lo hago.” Admite Bucky, con la sonrisa cursi que Steve ha visto en entrevistas en sus labios. “Usualmente funciona. ¿Por favor, Steve? ¿Baila conmigo?”
“Si terminas con un pie roto, será tu culpa.”
“Entendido.”
Steve hizo que su esposo se emocionara. Lo sabe por la forma en que sus ojos se han iluminado y sus pasos son ligeros mientras lleva a Steve a la pista. Con todo, Steve se pone nervioso cuando llegan a la pista. Hay demasiada gente. Hace calor, hay cuerpos pegados unos a otros moviéndose de un modo y otro. Humo flota sobre sus cabezas. Steve no sabe qué hacer. Pero Bucky no ha soltado su mano, no parece que vaya a hacerlo tampoco, pues se gira y simplemente reacomoda sus dedos para que estén más a gusto de ese modo.
“¡Sólo haz lo que yo hago!” Grita por sobre la música y las voces.
Bucky lo guía, lento, mucho más lento que el resto de la gente. Steve de todos modos logra casi tropezar con sus propios pies. Una mano toca su pecho, lo mantiene equilibrado. Bucky le sonríe. No está preocupado, y simplemente se mueve en una dirección distinta. A su alrededor, Steve ve a los amigos de Bucky. Clint y Natalia se mueven juntos y Maria está bailando con Jim, de Casa Morita. Al verlo, los amigos de Bucky sonríen y lo saludan. Trata de hacer lo mismo, pero está demasiado concentrado en no caer mientras Bucky lo guía.
Tras varios minutos de lo mismo--de Bucky tratando de moverlo en la dirección correcta y de Steve chocando con él, sus frentes golpeándose, pisándolo--Bucky se echa a reír. Steve le aprieta la cara.
“¡Te lo dije!” Le dice.
“¡Me lo advertiste! ¡Lo sé!” Bucky acepta con una risita. “¡Bueno! ¡Espera! ¡Quédate con Maria!”
Tira de Maria para que se acerque y le dice que espere ahí un segundo. Luego se aleja, corriendo por la pista y subiendo al escenario. Steve ve a Maria. Ella niega con la cabeza y se encoge de hombros.
“¡Ni siquiera trates de adivinar!” Se alza de puntillas, tratando de llegar a su oído. Steve se inclina para hacerlo más fácil. “¡Le gustas mucho! ¡No dejes que te engañe! Solo está pasando por un mal momento.”
Natalia de pronto aparece frente a él. “¿Lo que sea que ella dijo? ¿Si es sobre Bucky? Probablemente es verdad.”
Steve sonríe. La cerveza aún recorre su cuerpo, aún lo entibia de formas placenteras, y esto solamente le agrega más a la maravillosa mezcla.
“Gracias.” Les dice. “En serio. Creo que necesitaba escuchar eso.”
Vuelve a mirar a donde está Bucky. No se supone que esté ahí arriba. Estar afuera, este ambiente, un poco de licor corriendo por sus venas, le da valor. Bucky dice algo al director, quien detiene la canción y hace que la banda comience una nueva. Suave, lenta. La gente empieza a buscar pareja, y Bucky corre de vuelta hacia Steve.
“¡Tú guía!” Le pide cuando regresa, aunque toma sus manos y se pone en posición antes de que Steve pueda decir que sí. “¿Esto es mejor? ¿Más fácil?”
“Sí. No tan bueno. Tengo dos pies izquierdos y eso.” Steve está viendo hacia abajo tratando de hacerlo bien y no pisotear a su esposo de nuevo. “Gracias, Bucky.”
Bucky baja la cabeza mientras se mecen ligeramente para poder a Steve con la cabeza baja igual. Hay una sonrisa en su rostro.
“Se supone que veas hacia arriba.”
Steve ríe. “Lo sé. No quiero... ugh. Está bien.” Alza la cabeza, alentándose un poco más por ello. “¿Estás contento de que viniéramos?”
“Sí. Más ahora.”
Steve puede sentir su estómago envolverse en felices nudos. El lugar ya no se siente tan lleno, no cuando Bucky le dice cosas así, cosas que lo hacen pensar que le importa. Podría hacer esto cada fin de semana si Bucky sigue mirándolo así.
“No te agradecí adecuadamente. Antes.” Dijo Steve. “Por lo que hiciste.”
“¿Te refieres a cuando llegamos aquí? No te preocupes.”
“No, Bucky. Sé que te sientes... ¿inseguro? Respecto a tu brazo. Como si tal vez pensaras que es lo único que la gente ve. No lo es, por cierto. Son tus ojos. Toda la gente con la que he hablado lo dice. Tus ojos son lo que más resalta.” Steve mueve su mano de la cadera de Bucky y mueve un poco de cabello para quitarlo de su rostro, el producto en éste perdiendo fuerza con todo el sudor. “Significa mucho para mí. Lo que hiciste o, dejaste que hiciera, tomando tu mano así. Así que gracias.”
Bucky esconde una sonrisa, mordiendo su labio y bajando la cabeza. Tal vez quiera decir algo en respuesta a los cumplidos de Steve. De hecho, Steve está seguro de ello. Pero no lo hará. Aún es muy tímido. Pero le encanta. Las últimas semanas, Steve ha empezado a aprender que a Bucky le encanta que lo elogien.
“Steve, yo...” La confianza se aleja, la timidez surge. Se queja juguetonamente. “No sé qué decir.”
Steve ríe. “Puedes tratar con de nada.”
“Ah. Muy convencional. De nada, esposo.”
Steve quiere pedirle un beso a Bucky. Incluso se acerca para hacerlo. Solo que algo atrae su atención. En el bar. Justo en la esquina. Una joven mujer, ensombrecida por una imponente figura. Se ve incómoda, incluso en la distancia Steve puede ver que lo está.
“¿Steve?”
La voz de Bucky sube al oído de Steve. Puede escucharlo. Pero no puede responder. Está demasiado concentrado en la dama en el bar. Está tratando de hacer que el hombre con el que está se vaya. No lo hace, en vez de eso, se acerca más. Entre sus brazos, puede sentir el cuerpo de Bucky moverse, girándose para ver lo que sea que Steve está viendo.
“Steve, no...”
No. Es demasiado tarde. Steve ya está caminando hacia allá. Hay un leve tirón en la espalda de su camisa. Posiblemente Bucky tratando de hacer que se quede ahí. No funciona, y Steve se mueve entre la multitud, se para entre ambos justo cuando el hombre está por decirle algo más a ella. El hombre se aparte. La mujer luce asustada. Pero también aliviada.
“Disculpe.” Dice Steve a modo de saludo. “No pretendo interrumpir, pero ¿se encuentra bien?”
Sus ojos lo observan, se mueven al hombre tras él, y luego vuelven a Steve.
“Yo... no, Lord Rogers. Me gustaría mucho irme a casa.”
“Bueno. Esto está bien. No tiene que...”
“Uh, disculpe.” El hombre tras él gruñe. “Me parece que está interrumpiendo mi conversación con la señorita.”
Hay una mano en el hombro de Steve, haciéndolo girar. Está a punto de responder, de decirle a esta persona que la dama no quiere nada con él, cuando lo ve. Viendo quién es, no está para nada sorprendido con la hostilidad. La mano se aleja de su hombro y ambos se paran derechos.
“Ah. Buenas noches, Lord Rumlow.”
“Lo mismo para usted, Lord Rogers.” Le saluda de vuelta, con sorna. “No parece su tipo de ambiente, ¿no?”
“No, no lo es.” Asiente Steve. “Ahora si me permite. Estaba por escoltar a esta joven dama a la salida.”
Steve trata de girarse de nuevo, solo para que la larga mano de Brock lo golpee en el hombro de nuevo para detenerlo.
“Oye, oye, Steve.” Suelta una risa, una falsa. Ligera, pero con amenaza. “Creo que malentendiste lo que está pasando aquí. Verás, yo la escoltaré esta noche. Es lo que ella quiere.”
“No, Brock. No creo que eso quiera.” Steve se inclina hacia la dama en cuestión. “¿Cuál es su nombre?”
“Um... Gwen, Gwen Stacey.”
“Señorita Stacey,” Dice él, “Le gustaría marcharse, ¿no es así? ¿Pero no con Lord Rumlow?”
“Yo...” Traga saliva y baja la vista. “No. Preferiría que no. Iba a tomar el tren con mis amigos Peter y Mary Jane.”
“Adelante. Vaya a buscar a sus amigos. Yo me ocuparé de esto.”
“Gracias, Lord Rogers.” Dice rápidamente y se aleja antes de que algo más pueda pasar.
Steve se asegura de que la chica desaparezca entre la gente antes de darse la vuelta. Cuando lo hace, los ojos duros y fríos de Brock lo miran con odio.
“Hijo de perra.” Sisea Brock cuando Steve se da la vuelta. “¿Cómo te atreviste...?”
“¿Cómo me atreví?” Le reta Steve. “¿Cómo me atreví a qué? ¿A asegurarme de que trataras a alguien que no quería nada que ver contigo con dignidad? ¿Con respeto? Sí, como me atreví, en efecto, Brock.”
“Jódete, Rogers. Eres una verdadera fichita, ¿lo sabías? Piensas que eres mucho mejor que todos.”
“Yo no creo que soy mejor que nadie. No seas un idiota, Brock.”
Steve está a punto de irse. Listo para alejarse de ahí. Ha hecho lo que fue a hacer. No necesita quedarse. Está a punto de girarse, casi dando la media vuelta cuando se da cuenta de que Brock está a punto de empujarlo. Solo que no alcanza a hacerlo. Alguien se detiene entre ambos, golpea a Brock en el pecho con ambas manos y a duras penas evita que el ataque suceda.
“Estás siendo bastante idiota.”
Es Bucky, su voz fuerte y retadora. Steve se mantiene cerca, justo detrás de él. Pone las manos en sus hombros.
“Vaya, hola, muñeco. Mírate, viniendo a defender a tu marido.”
Brock hace ademán de tomar el mentón de Bucky, pero este le da un manotazo para alejarlo.
“Vamos, Bucky.” Murmura Steve. “Vámonos de aquí.”
“Oh, ¿qué pasa?” Le grita Brock cuando Steve los hace girarse a ambos. “¿No eres lo bastante hombre para terminar lo que empezaste?”
“Soy lo bastante hombre para alejarme.”
“A la mierda.” Brock gruñe. “Sé un maldito hombre.”
Su mano está otra vez en el hombro de Steve, ésta vez logra hacerlo girarse. Un puño lo golpea en el rostro. El golpe es imposiblemente fuerte, le hace ver luces.
“¡Brock!” Puede escuchar a Bucky gritar. “¡Ya basta!”
“Cierra la boca, muñeco, o tú sigues.”
Steve está en el suelo, alzándose con los codos. Se sacude el golpe, se da cuenta de que Brock se acerca de nuevo. Alza el brazo, bloquea el golpe que se acerca, luego lanza él mismo un golpe, dando en la mandíbula de Brock con fuerza. Brock se echa hacia atrás, claramente no esperaba ese golpe. Cae de espaldas.
“¡Brock, aléjate de él!” Bucky grita. “¡Déjalo en paz!”
En vez de ir tras Steve de nuevo, Brock va hacia Bucky. Se levanta, lanza un golpe. Bucky lo esquiva como Steve lo hizo. Golpea de vuelta con la mano izquierda. Un golpe certero. Sus ojos se abren ampliamente.
“Mierda.” Murmura. “Mierda. Mierda, mierda. Lo siento. Carajo, Brock. Yo--”
Antes de que pueda seguir, Brock lo detiene. Justo en la boca. Steve solo puede atraparlo en sus brazos mientras cae. La gente se arremolina a su alrededor. Los amigos de Bucky están ahí. Natalia justo al lado de ambos, así que Steve se dirige hacia Brock, sabiendo que Bucky está a salvo, y sin importarle nada más que detener al hombre que ha golpeado a su esposo.
Golpea a Brock. Una vez. Dos. Tres veces, antes de ser literalmente arrancado de encima de él, y sacado a rastras del lugar.
“¿Estás bien?” Maria le está preguntando. “¿Steve?”
Steve no puede responderle. Están afuera. No está seguro de dónde. Caminando por una cuadra de la ciudad. Lejos del club, a la vuelta de la esquina. Las calles de piedra están vacías. Caballos pasan trotando--clip, clop, clip clop. Pasan trenes a lo lejos. Ruidos de la noche.
“¿Dónde está Bucky?” Pregunta.
“Estoy justo aquí.”
Está con Natalia y Clint, en la acera. Ella le está frotando algo en los labios. Un pañuelo, parece. Blanco, tornándose rojo. Sangre.
“Oh Dios mío. Estás herido.” Steve corre hacia él. “Estás herido, Bucky.”
“Estoy bien.”
La respuesta de Bucky es ruda y fría, como el aire de la noche. Helada e inesperada. Tampoco ve a Steve.
“¿Estás enojado conmigo?”
“No.”
“James.” Susurra Natalia. “Ya basta.”
“Talia...” Bucky cobre la mano que atiende la herida en sus labios con largos dedos. “Está bien.” Sus ojos finalmente ven a Steve. “No aquí. ¿S-sí?”
“Sí, está bien.” Steve ve a los amigos de Bucky. “¿Están todos bien? Me disculpo por lo que pasó allá adentro. Nunca pretendí causar tal caos.”
Clint niega con la cabeza y sonríe ampliamente. Empieza a hablar a señas y Natalia traduce para Steve.
“No te preocupes por eso, Steve. Todos sabemos que Brock Rumlow es un imbécil. Se ha merecido eso por años.” Cuando Clint termina de hablar, Natalia continúa. “Tiene razón, creo que todos estamos un poco celosos de que fueras tú quien logró hacerlo.
“Sí, en serio.” Añade Maria. “Lo que no daría por golpear esa cara horrible.”
“Deberíamos irnos.” Bucky interrumpe, su tono vuelve a ser de pocos amigos. “Brock probablemente ya se ha ido.”
“Tiene razón.” Dice Maria. “Ustedes deberían irse de aquí.”
“Está bien. Ustedes... ¿estarán bien?”
Clint asiente. “Estaremos bien.”
Steve entiende eso y tras una despedida, se aleja un momento, dando a Bucky oportunidad de despedirse de sus amigos. Intercambian algunas palabras, algunos abrazos, amigables besos en las mejillas. Bucky va a su encuentro.
Hay una gran distancia entre ambos, más distancia de la que ha habido entre ambos desde que se casaron mientras caminan de vuelta a HYDRA. Stiles les espera con el motor del auto encendido, sus chaquetas y sombreros--incluso las prendas que Bucky se quitó mientras bailaba--esperan por ellos en el asiento trasero. Parecen ser las únicas cosas que están contentas de estar con Steve en ese momento.
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